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Actualizado: 16 de julio de 2025
No te lo negaré: me mortificó y afligió un poco este desengaño en el primer momento; pero después lo reflexioné todo con la madurez debida, y mi mortificación y mi aflicción se convirtieron en gozo. El chico es excelente. Yo le he tomado mucho más afecto desde que está conmigo.
Estos poetas españoles escribieron sus obras principales antes de llegar a los años de la madurez. Entre los poetas de las tierras del Norte la inteligencia anda mucho más despacio. Molière tuvo que educarse por sí mismo; pero a los treinta y un años ya había escrito El Atolondrado.
Y aquella mujer todavía hermosa, con el encanto sabroso de la madurez, que ensanchaba sus formas, aterciopelándolas, parecía complacerse con dolorosa coquetería en apreciar en el espejo, mientras se colocaba la mantilla, las canas que cortaban el esplendor rubio de su cabellera, las ojeras azuladas y dolorosas, su boca plegada por un gesto lloroso, como si estuviera en perpetua oración.
No soy tan ambiciosa; no me gustan las nulidades, y nada más. Nadie se considera como una nulidad. Candore, en particular, tenía una buena opinión de sí mismo y no retuvo de esta conversación más que la parte halagüeña: La joven americana no temía la madurez.
Aunque el Rey, Nuestro Señor, ha determinado que los curatos de estos pueblos se provean en clérigos, me parece no tendrá efecto por falta de sujetos que quieran oponerse a ellos por el corto sínodo que gozan, que sólo es suficiente para religiosos, y no para clérigos que necesitan más para su decencia; y entretanto no sean codiciales estos curatos, y que se verifique la real intención, me parece no lograrán tener curas como los necesitan, porque las religiones mandan solamente religiosos mozos, sin madurez ni experiencia, y que aunque hayan estudiado algo se les olvida por falta de ejercicios, faltándoles éste en el tiempo y edad que más lo necesitaban.
En vano buscaríamos en Agustín Álvarez esa unidad, esa consecuencia espiritual, que tienen a menudo otros escritores y pensadores, entre su juventud y la plena madurez. No existió en él. La vida lo obligó como a tantos otros a seguir orientaciones, que acaso no fueran las predilectas a su temperamento, y así lo vemos cambiar a menudo de rumbos.
Guapa... sí que lo estaba; con sus cabellos de oro peinados por la doncella, y una capa de menjurgos de tocador que refrescaban, con llamativa juventud, su madurez de rubia carnosa. ¿Pero... elegante?... Llevaba un traje de seda clara, con los colores algo apagados y polvorientos; una pieza magnífica que había llegado á Bilbao desde un taller de la rue de la Paix cuatro años antes, cuando ella volvía ya la espalda á las vanidades del mundo.
Puede abrir la puerta á un toro de Veragua si gusta... De todos modos, gracias por el aviso, Gabino, y buena suerte. No era sincero aquel desprecio. La noticia le llegó al alma, porque si bien conocía las relaciones de su querida con Antonio, tenía por cierto que no habían alcanzado tal grado de madurez.
Parecía que, así como la experiencia la había dado una madurez prematura, su pensamiento y su estilo se hubieran fortalecido en igual proporción: algunos paisajes estaban pintados con toques sobrios, pero vigorosos, las imágenes eran nítidas y evidentes.
Ahora, en la madurez de mi vida, he intentado otra vez rehacer la historia moderna de Liliput, pero como puede realizarlo la fantasía de un hombre, menos optimista y generosa que la de un niño.
Palabra del Dia
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