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Actualizado: 20 de junio de 2025


Fernando, ante estos vestigios de la época del Imperio, evocaba en su imaginación el típico caballero del Brasil tradicional, tal como lo había visto en libros y grabados: galante en sus maneras, sentimental y poético como un lusitano, la cara enjuta y pálida, con ancha perilla, sudando bajo la levita negra y el cilindro lustroso del sombrero de copa, un quitasol bajo el brazo y unos pantalones blancos de hilo por toda concesión al clima de su país esplendoroso.

Lisboa, capital del lusitano reino, tan celebrada por su belleza y grandiosidad, me produjo una impresion de desencanto; no satisfizo mis esperanzas.

Las levantadas olas y el ruido Del atrevido viento detenia Los cosarios baxeles en los cabos, Sin dexarles salir al mar á viento, Y en otra parte con furor insano Mostrando su braveza fatigaba Una galera de cristiana gente Y de riquezas llena, que corriendo Por el hinchado mar sin remo alguno Venia á su alvedrio, temerosa De ser sorbida de las bravas hondas; Pero despues al cabo de tres dias Del recio mar y viento contrastada, Descubrió tierra, y fue el descubrimiento De su mayor dolor y desventura, Porque á la misma isla de San Pedro Vino á parar, á donde recogidos Estaban los baxeles enemigos, Los quales, de la presa codiciosos, Salen, y de ardor belico adornados A la galera acometen destrozada, Y de solos deseos defendida: Una pelota pasa en el momento Al Capitan el pecho, y á su lado Del Lusitano fuerte muerto cae Un caballero ilustre Valenciano.

Entonces dicen que escribieron algunos judíos establecidos en Roma i otras ciudades de Italia á los que estaban en el reino lusitano, para que huyesen de él i se pasasen con sus familias á aquellas tierras, esta carta que traen varios autores, i entre ellos Torrejoncillo en su Centinela contra judíos.

Debaxo deste imperio tan dichoso Serán á una corona reducidos Por bien universal y tu reposo Tres reynos hasta entonces divididos: El giron Lusitano tan famoso Que un tiempo se cortó de los vestidos De la ilustre Castilla, ha de zurcirse De nuevo, y á su estado antiguo unirse.

También estuvo éste en la corte de las Españas, pero sin duda fué menos afortunado. No logró empleo ni tuvo buena ventura, y hubo de volverse á su lugar lusitano. Retirado allí, escribió muy lindos versos sentimentales, llenos de saudades de una dama, con quien tuvo en Madrid relaciones amorosas.

San Sebastian, que es isla allí cercano, Tomar por rehacerse ha procurado: No está lejos de allí un Lusitano, Salvador de Correa, muy honrado, En nombre de Filipo en el Genéro: Y oidme lo que hizo el caballero. Tan bien lo hizo el hijo, que llegando estaba el enemigo descuidado, En un punto le cerca, escopetando De suerte, que á gran priesa se ha embarcado.

Palabra del Dia

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