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Actualizado: 14 de junio de 2025
La lucha industrial y los egoístas deseos de lucro tomaban un carácter de abnegación patriótica. Si un país inventaba un cañón enorme, al año siguiente el país adversario producía otro dos veces más grande. Sobre las olas todavía era más disparatada esta exageración de los medios ofensivos.
Seguramente algunos hombres sin imaginación y de mediano talento, que se dedicaron á la poesía dramática por vanidad y deseo de lucro, no por verdadera vocación, aumentaron el número de estos poetas españoles; cierto es también que los más distinguidos sacrificaron con frecuencia su fama póstuma por obtener aplausos pasajeros de la muchedumbre, y rebajaron, por su precipitación en escribir, el noble arte de la poesía, transformándola en baja industria.
El hombre laborioso, al llegar á la costa, fija predilectamente su atención en la vida de los seres del trabajo, pescadores, marinos, en esa existencia ruda, llena de contingencias, muy peligrosa y con poco lucro. Lo estoy viendo mientras se arregla su mujer y visten al niño, pasearse por la playa.
Hoy esa tierra ingrata los sacrosantos vínculos desata, y con los ojos en el lucro fijos logra que torpes hijos hagan pedazos tu amoroso seno. ¡Oh, si Colón resucitar pudiera, de su obra quizá se arrepintiera, y con dolor profundo aquel soñado y misterioso mundo en los abismos de la mar hundiera. ................................... Al dolor inclemente no te abatas ¡oh Patria! alza la frente.
"Haz esto," dijo el espectro del Sr. Inspector Pue con un movimiento de cabeza que parecía tan imponente como su imperecedera peluca, "haz esto, y el lucro será todo tuyo. Pronto lo necesitarás, pues estos tiempos no son como los míos en que los empleos eran vitalicios, y á veces hereditarios.
El mundo al que había de volver le parecía lejano, muy lejano. Aquel Bilbao, del que era rey, estaba sin duda en otro planeta con sus agitaciones de lucro, con sus fiebres de egoísmo, de las que no llegaba nada, absolutamente nada, á aquel tranquilo rincón. Estoy bien, Luis: mejor que nunca. La satisfacción que adivino en mi mujer y mi hija, me llena de alegría.
Recuérdese el ejemplo de Goethe, que concibió a los veinte años la idea de Fausto y no terminó su inmortal poema hasta los ochenta. Actualmente, oprimidos unas veces con el afán de lucro, otras con la pasión de la gloria, los que escribimos para el público vivimos en una fiebre devoradora de producción. El público exige a cada instante novedades: es menester servírselas, aunque vayan hilvanadas.
En suma, él cayó en melancolía tal, que vino a serie indiferente hasta la honrada y lícita ganancia que debía a su industria: y como los facultativos le recetasen el sano aire natal y el cambio de vida y régimen, traspasó la lonja, y con magnanimidad no indigna de un sabio antiguo, retirose a su pueblo, satisfecho con lo ya logrado, y sin que la sedienta codicia a mayor lucro le incitase.
Aceptando, pues, esta obligación, diremos que no escapó al deseo de lucro de los libreros el conocimiento de las ventajas, que podría proporcionarles la predilección del público por su teatro, si lo hacían accesible y le facilitaban la lectura de las comedias sueltas de los poetas famosos y poco conocidos.
La villa se formó durante la construcción del camino de hierro que atraviesa el Istmo; los yanquis derramaron el oro en grande, pero, como los franceses de hoy, poblaron también los cementerios. Al primer golpe de vista se ve la intención de sus habitantes, el deseo de lucro rápido, flotar ante los ojos.
Palabra del Dia
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