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Actualizado: 2 de junio de 2025


Recibió ofertas halagadoras para que pusiera su talento de escritor al servicio de intereses comerciales; pero jamás quiso desnaturalizar su pluma que solo debía servir para unir a la familia latinoamericana y para luchar por la libertad.

A don Álvaro, que no tenía con quién luchar, se le vino a la memoria la escena del columpio en que le venció el maldito De Pas.... «Pero ahora le tenía debajo de los pies». «Más valía maña que fuerza».

¡Un rompimiento! dije con emoción. ¿Cómo ha podido tal palabra encontrar el camino de esos labios?... Demasiado sabe usted que la amo. Empiezo a dudarlo. Luciana volvió a echar a andar a mi lado, pero sus miradas siguieron irritadas y duras. No respondí, no lo duda usted. Conoce usted su poder y abusa de él... Sabe muy bien que no puedo luchar y que nunca la he amado más que hoy.

Basta saber que si todo no se ha trasuntado con escrupulosidad absoluta; si alguna cosa no corresponde exactamente en forma y posición á la que quiere representar, débese á que no siempre es realizable el deseo, máxime habiendo de luchar con escasez de tiempo, con falta de ciertos materiales y con ausencia de enseñanzas.

A vista de tan formidable refuerzo, y cansado de luchar sin fruto contra un cúmulo tal de inconvenientes, hijos la mayor parte de la rastrera envidia, y sin desistir por eso de esperar tiempos mejores para empezar de nuevo la conquista de las libertades de su pais, puso á disposicion del jefe de Cartagena las fuerzas que llevaba, y á los tres dias de la llegada de Morillo se retiró á Jamaica, donde despues se le reunieron Mariño y algunos otros jefes y oficiales venezolanos.

Trepando por la selva hacia la cumbre de la montaña, se ve que los árboles tienen que luchar cada vez más para conservar su existencia en la atmósfera, que se va enfriando. Su corteza es más rugosa, su tronco menos recto, sus ramas más nudosas, su follaje menos abundante y más duro. Sólo pueden resistir á las nieves, á las tempestades y al frío por el abrigo que se dan unos á otros.

Aquella había sido la época romántica de su existencia. ¡Luchar por formas de gobierno!... En el mundo había algo más. Y Salvatierra recordaba su desilusión en la corta República del 73, que nada pudo hacer, ni de nada sirvió. Sus compañeros de la Asamblea, que cada semana tumbaban un gobierno y creaban otro para entretenerse, habían querido hacerle ministro. ¿Ministro él? ¿Y para qué?

El primer disgustillo que tuvo De Pas aquel verano fue esta noticia, que le dieron en el coro, por la mañana. «Ha llegado Glocester». «No le temía, ni a él ni a nadie... ¡pero estaba tan cansado de luchar y aborrecer!». Mourelo se encontró con otros muchos murmuradores de refresco y con los de depósito que no estaban menos ganosos de romper el fuego contra el común enemigo.

Habían de luchar con la maraña de la vegetación, la inmensidad del pantano, la ponzoña de insectos y reptiles y la maldad de los hombres. Con el revólver al cinto presidían el trabajo de centenares de peones de todas razas y nacionalidades.

La carta de Verdú es como sigue: «Querido Azorín: Después de acostarme y levantarme veinte veces, da la una de la madrugada y no puedo estar en la cama ni fuera de ella; y no tengo más remedio, para luchar con el mal, que escribir; pero ¡ay! que no puedo ya. »Mi situación, Antonio, es horrible.

Palabra del Dia

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