Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !

Actualizado: 1 de junio de 2025


Y no sabemos lo que de nosotras hubiera sido, porque aquella mala gente se iba embraveciendo con su propia cólera, si de improviso sobre aquel torbellino de rabiosos no lloviera de repente una tal tempestad de cintarazos, que todos, sanos y lisiados, escaparon, quedándonos solas en el atrio de la iglesia, asustadas y poco menos que agonizando, mi madre y yo, y de tal manera amedrentadas, que no acertábamos a movernos, estrechadas la una contra la otra, y temblando.

Verdad que tampoco le miraba yo derechamente cuando le preguntaba alguna cosa, porque más que en él, llevaba puesta la atención en los detalles del paisaje y en el arrastrado vientecillo que me iba poniendo las orejas encarnadas. Quejándome de ello una vez y mostrando recelos de que lloviera al cabo.

Lloviera, ventease, nevase o granizara; con calor, con frío o con tormenta, veía yo aparecer al cura, enfaldada la sotana hasta las rodillas y el sombrero debajo del brazo. No si lo he visto nunca con él puesto. Tenía la manía de caminar con la cabeza al aire, sonriendo a los viandantes, a los pájaros, a los árboles, a las flores del campo.

También Ana miró al cielo muy de mañana, y sin poder remediarlo pensó ¡si lloviera! Lo deseaba y le remordía la conciencia de este deseo.

Mientras esto pasaba en Barbaruelo y Cabezudo, los de Animalejos, que no sabían si alegrarse ó entristecerse contemplando el aparato de lluvia que presentaba el cielo, determinaron rogar al tío Traga-santos que solicitase, por la intercesión de San Isidro, que lloviera y no lloviera, ó lo que es lo mismo, que cayese sólo una rociada de agua, que era lo único que necesitaba el campo de Animalejos.

Mientras residió en Santa Rosa venía cada ocho días, sin faltar nunca, así lloviera a cántaros. Entre ocho y nueve de la mañana, allí estaba Andrés en su caballejo, muy cargado de frutas, semillas, y aves de corral. Al irse, domingo por la tarde o lunes muy tempranito, no dejaba de poner en el comedor cuatro o cinco duros; acaso buena parte de sus ganancias.

El Santo escuchó mi ruego, y Dios escuchó el del Santo, porque se fundaban en el buen medio en que está la virtud, y así todos fuisteis complacidos hasta cierto punto: Cabezudo, consiguiendo que no lloviera tanto como Barbaruelo deseaba; Barbaruelo, consiguiendo que no lloviera tan poco como deseaba Cabezudo; y Animalejos, consiguiendo que no lloviera tanto ni tan poco como deseaban Cabezudo y Barbaruelo.

Palabra del Dia

dermatológicas

Otros Mirando