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Actualizado: 16 de junio de 2025
Concluía quizás la primera década de mi vida, cuando un buen día llegó a la casa una tropa de carros, que, desviándose del camino que serpenteaba entre las cuchillas, allá en la linde del monte, venía a campo traviesa buscando un vado en el arroyo, que disminuía en una mitad el trecho a recorrer para llegar al pueblo más cercano.
Hay allí más de ciento veinte fanegas de viña vieja y majuelo, todo bajo una linde: otro tanto o más de olivar, y por último un bosque de encinas de las más corpulentas que aún quedan en pie en toda Andalucía.
Cuando el tren pasó por la linde del parque se agitó un pañuelo en una portezuela, pero Raúl, en pie en su ventana, con un cigarro en la boca, no respondió siquiera a aquel tímido adiós y una vez que el último vagón hubo desaparecido en una nube de humo, lanzó un suspiro de satisfacción y dijo: ¡Al fin!... Un estreno es siempre penoso.
No ignoran ustedes que los perdigones andan en bandadas y anidan juntos en el hueco de los surcos, para alzar el vuelo a la alarma más insignificante, desparramándose como los granos que arrojan a la tierra para que produzcan. Mi acompañamiento particular es alegre y numeroso y acampa en un llano junto a la linde de un gran bosque, donde tenemos buen botín y magníficos refugios a uno y otro lado.
Todo el lado de la pradera que llegaba á abarcar con su ojo abierto, así como la linde de la masa de matorrales y la tierra que quedaba entre sus troncos, estaban ocupados por una muchedumbre de seres humanos, idénticos en sus formas á los componentes de todas las muchedumbres. Pero lo que él creía matorrales eran árboles iguales á todos los árboles y formando un bosque que se perdía de vista.
El hombre da unos cuantos pasos, atraviesa una linde que es tierra tambien, y se halla desterrado y proscripto en la humanidad. ¡Ay! ¡cuántas lágrimas amarguísimas serian necesarias para purgar este inmenso pecado! Pero para algo muy grande, muy solemne, muy humano, muy caritativo, debe reservar estas cosas la justicia de Dios.
Moriste, y en tu lecho de agonía Perdió la patria un lauro divinal Con que adornar su hermosa cabellera En los benditos dias de la paz; Perdió el pueblo la luz que lo guiaría En medio de la negra tempestad, Y lo llevase al linde del camino Que el dedo del Señor marcando está.
Se dirige pausadamente hacia la linde del bosque y hunde sus miradas en la obscuridad, que se anima entonces con los pálidos reflejos de la luna; después se interna un poco bajo los árboles aspirando la atmósfera dulce y aromática de los pinos. Quiere dominar a toda costa la embriaguez inexplicable que le penetra hasta los tuétanos.
Olvida casi a Martín, que camina a su lado. ¿Por qué marcha él tan silencioso y tan tieso, por qué mete tanto la cabeza en los hombros? Desde lejos, Juan saluda todavía con la espada. El campo del tiro, donde se detiene el cortejo, se encuentra en la linde del bosque de pinos, que, visto desde la presa, rodea las praderas.
Matáronse mutuamente vasallos, burgueses y villanos en hondonadas y bosques para que cambiara de sitio la linde de los tres condados. La llanura fué asolada, y durante varias generaciones corrieron torrentes de sangre por la posesión de aquella gota de agua que brota allá arriba en pacíficas alturas.
Palabra del Dia
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