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Actualizado: 14 de junio de 2025
Levantáronse todos de la mesa, y no se habló más; pero un momento después, Aldea, visiblemente conmovido, llevó al duque hasta el hueco de un balcón, y allí, sin ser oído de nadie, al mismo tiempo que sacaba un pliego del bolsillo, le dijo: Hace tiempo que deseaba probar a usted mi buena amistad.
Levantáronse ambos despavoridos, y recogiendo en la cesta la comida, pensaron en ponerse en salvo. La dama cogió por el brazo a su caballero y le dijo: «Vámonos, que nos matan». Trepando difícilmente por el declive pedregoso, cayendo y levantándose a cada instante, cogidos del brazo, las cabezas gachas, huían del formidable tiroteo.
Levantáronse de la mesa con el mismo silencio. María tornó a encerrarse en su cuarto. D. Mariano acompañado de Martita se fue también al suyo. Ambos se sentaron en un sofá y se mantuvieron estrechamente abrazados una gran parte de la tarde. Las caricias que mutuamente se prodigaban iban convirtiendo su dolor desesperado en un sentimiento tiernísimo que se deshacía en llanto. Alternativamente se consolaban. La niña aseguraba que desde el cielo su madre velaría por todos y prometía ser buena siempre y juiciosa y no dar ningún disgusto a su padre.
Y visto por él el sitio do á él mejor le paresció que la casa debia de ser edificada, mandó que allí fuese traido un cordel, y siéndole traido, levantáronse del lugar do estaban él y los suyos, y siendo ya en el sitio do habia de ser la casa edificada, él mismo por sus manos con el cordel midió y trazó la Casa del Sol; y habiéndola trazado, partió de allí con los suyos y fué á un pueblo que dicen Salu , que es casi cinco leguas de esta ciudad, ques do se sacan las canteras, y midió las piedras para el edificio desta casa, y ansí medidas, de los pueblos comarcanos pusieron las piedras que les fué señaladas y las que fueron bastantes para el edificio desta casa; y juntamente con esto, trujeron todo lo demás que para el edificio desta era necesario; y siendo ya allí, pusieron por obra el edificio della, bien ansí como Inca Yupanqui la habia trazado y imaginado.
Levantáronse todos cuando entraron los forasteros, haciéndolos acomodar en los mejores lugares que se hallaron, y, sosegada la Academia al repique de la campanilla del Presidente, habiendo referido algunos versos de los sujetos que habían dado en la pasada, y que daban fin en los que entonces había leído con una silva al Fénix, que leyó doña Ana Caro , décima musa sevillana , les pidió el Presidente a los dos forasteros que por honrar aquella academia repitiesen algunos versos suyos, que era imposible dejar de hacerlos muy buenos los que habían entrado a oír los pasados; y don Cleofás, sin hacerse más de rogar, por parecer castellano entendido y cortesano de nacimiento, dijo: Yo obedezco, con este soneto que escribí a la gran máscara del Rey nuestro señor, que se celebró en el Prado alto, junto al Buen Retiro, tan grande anfiteatro, que borró la memoria de los antiguos griegos y romanos.
Palabra del Dia
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