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Actualizado: 10 de junio de 2025
Inspírame con las memorias de tu pasada grandeza para descubrir á mis lectores en cuadros verídicos, aunque fugaces, el sumo interés histórico que en sí llevan algunas de las reliquias que cubren tu suelo. La muralla y sus puertas.
Por otra, la proximidad de las casas, etc. Por otra, el perjuicio que a los bañistas se les irrogaba, etc., etc. En fin, eran más de veinte las razones que don Rosendo «apuntaba de un modo ligero y sucinto», proponiéndose darle «más amplitud y desarrollo» en otras cartas sucesivas con que pensaba «molestar la atención de los lectores de su ilustrado periódico».
Los lectores podrán hallar oscuridades, confusiones, rarezas, groserías y bufonadas en estos dramas y achacárselas al traductor. Sepan desde ahora que son del poeta. El traductor, escrupulosamente fiel, lo traduce todo con exactitud pasmosa. Nos hace un inmenso servicio. No nos da un arreglo de Shakspeare, suprimiendo y poniendo a su antojo.
¿Y para qué sirve, me dirá otra especie de lectores, ese gran librote, esa especie de misal, tan rico y tan enorme, tan extranjero y tan raro? ¿De qué trata? Vamos allá.
Y no porque yo crea que no haya verdades que enseñar, sino porque carezco de fe bastante en mi propio saber y en mi autoridad y competencia para empuñar la férula y revestirme de la toga y demás insignias del magisterio. No es, pues, para enseñanza de mis lectores, para lo que publico este libro.
Un año, día por día, servimos á los lectores la paciente labor de Chaves, que era, burla burlando, un pedazo de historia, fragmentaria, anecdótica, concentrada, en que había de todo: desde lo trágico á lo exquisito; desde lo terrible á lo picaresco.
Bajóse la duquesa y tomó el papel. Era la carta que había compuesto para ella el duque de Osuna. Se fué, latiéndola el corazón, á la luz, y leyó el doble contenido que ya conocen nuestros lectores. Apenas la leyó rápidamente, cuando corrió á la puerta. Necesitaba conocer al hombre audaz, causa del compromiso horrible en que se encontraba.
Hago aquí esta declaración para que doña Beatriz, a quien pronto oirán hablar mis lectores, no los coja desprevenidos. Doña Beatriz era listísima.
Resta saber á mis lectores que el poseedor de esta gran fortuna es un carnicero, el carnicero Duval, y que todo esto le ha venido de la carnicería. Trabajo cuesta comprender cómo un comercio de esta índole, ha podido darle ganancias para irse creando una renta diaria de 8 á 10.000 reales.
Para evitar la desproporción, y además porque tengo mucho que decir, haré el discurso más largo que de costumbre, abusaré por esta vez sola, lo prometo y casi lo juro, de la paciencia de los lectores, y dividiré el artículo en dos o tres raciones o dosis. Sea esta la primera. Lo que es por instinto y por afición, yo soy tan progresista como el que más.
Palabra del Dia
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