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Actualizado: 8 de mayo de 2025
Pero como era incapaz de un enfado prolongado, cambió de parecer al llegar a la puerta y dijo con gracioso aturdimiento lanzándose a abrazarle: Ya me desquitaré mañana; te confisco por todo el día. Aprobado respondió Raúl alegremente.
Irguiéronse los dos al mismo tiempo, husmearon el espacio, y después de balancearse con cierto titubeo, rugieron, lanzándose viña abajo con un impulso arrollador que hacía saltar la tierra entre sus patas. Eran unos animales casi salvajes, de ojos de fuego y boca roja, erizada de dientes que daban frío.
Estas reflexiones hicieron olvidar su inquietud al señor Manolo, lanzándose cuesta abajo, desde las alturas de su federalismo ideal, a la práctica aplicación de lo que él llamaba, por antonomasia, «el programa». El día en que el Estado de Castilla sea autónomo, se acabará este escándalo. En las orillas del Manzanares haremos unas huertas, que me río yo de las de Valencia y Murcia.
El joven, sin quitar los ojos de la puerta, abrazó el talle de la bordadora, lanzándose con ella en raudo vuelo por la sala. Otros jóvenes, no menos raudos, venían del lado opuesto, y ¡claro! un choque primero, después otro y después otro. Tales encuentros eran un atractivo más en aquellos bailes.
¡Pillo, asesino! exclamó Pablito lanzándose sobre Cosme, que estaba bien sujeto por atrás y tan pálido como un muerto. En un instante el gallardo mancebo, que aun sudaba copiosamente, les enteró de lo que había pasado. El pobre Cosme fué arrojado de la tienda a puntapiés por el patrón, que no quería perder el mejor parroquiano de la villa.
Refirió primero cómo se había fugado del hogar paterno, de edad de quince años, lanzándose a correr mundo, sin que en todo el tiempo transcurrido desde aquel suceso, tuviese noticia alguna de su patria y familia.
La campana sonaba con más fuerza; los mendigos de la puerta del templo entristecían la voz cuanto les era posible; las amas de cría comenzaban a desfilar como burras de leche; las señoras entraban o salían de la iglesia, lanzándose miradas envidiosas; el calor arreciaba, y el paseo se iba quedando poco menos que desierto, oyéndose por la acera de piedra el firme taconear de las muchachas que pasaban, medio ocultas por las anchas sombrillas de colores chillones, mientras las madres llamaban a los niños, que corrían como perrillos jugando a las mulas o se detenían a mirar las estampas que veían al paso en mano de los vendedores de periódicos.
Este acontecimiento obligó al jefe que defendia la ciudad, el mariscal de campo Don Juan Manuel Cajigal, á retirarse á Guayana; y entre los oficiales que lo acompañaron, Francisco Tomás Morales y José Tomás Bóves, adquirieron despues gran celebridad, lanzándose desde aquel momento, al frente de una division de caballeria, á recorrer en medio de mil azares las llanuras de Carácas.
El fresco olor de las algas marinas, el canto de los marineros que despliegan las amplias velas grises aun húmedas por el relente de la noche, el toque de las campanas de las iglesias, el relincho de los caballos que saltan lanzándose hacia las verdes praderas que se extienden detrás de la ciudad... todo, en fin, es música, perfume y luz.
Las palomas salieron del sopor en que habían dormitado, lanzándose en dos bandadas a combatir con las rachas, como dos escuadrillas que evolucionaran en un mar agitado, para regresar al puerto en línea, de combate por rumbos contrarios.
Palabra del Dia
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