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Actualizado: 22 de mayo de 2025


Era la historia de José María, «el rey de Sierra Morena». Las enfermizas imaginaciones de estos torpes engendros exaltábanse al leer, en el silencio del encierro, las hazañas del caballeresco bandido, al contemplar en las láminas las arrogantes figuras de los paladines de carretera, con sus grandes patillas, el trabuco debajo del brazo y el cinto repleto de onzas.

Explicábame las divisas de amor pintadas sobre las frágiles láminas de nácar, me introducía en los hogares domésticos japoneses mostrándome el modelo de su casa en Yeddo, una miniatura de laca, al que no faltaba un solo detalle, desde las cortinillas de seda de las ventanas hasta las grutas artificiales de rocalla del jardín, un jardinillo minúsculo adornado con plantas enanas de la flora indígena.

De esto se puede hablar aquí, porque donde hacen los jarros, hacen los cubiertos; y el metal, lo mismo tienen que hervirlo, y mezclarlo, y enfriarlo, y aplastarlo en láminas para hacer un jarrón que para hacer una cuchara de .

Después se echó a perder, y se le puso la cara dura y hombruna, la voz ronca. Dicen que era el retrato vivo de Bonaparte, y efectivamente... Guillermina miró las láminas napoleónicas, y Fortunata también, reconociendo el parecido. Después la santa se despidió de Severiana, diciéndole que volvería al día siguiente. Le recomendó la paciencia, y tomando el brazo de la de Rubín, se fue con ella.

De México trataremos hoy, porque las láminas son de México. A México lo poblaron primero los toltecas bravos, que seguían, con los escudos de cañas en alto, al capitán que llevaba el escudo con rondelas de oro. Luego los toltecas se dieron al lujo; y vinieron del Norte con fuerza terrible, vestidos de pieles, los chichimecas bárbaros, que se quedaron en el país, y tuvieron reyes de gran sabiduría.

Vivía allí con su mujer enferma, de la cual no tenía hijos, y la mitad del día se la pasaba trabajando en carpintería, por pura afición, bien haciendo marcos de láminas, para lo que tenía especiales aptitudes, bien arreglando muebles antiguos para venderlos a los aficionados. No se sabe qué funciones había desempeñado en la casa en su juventud.

Vienen a lo lejos las olas como manadas de caballos salvajes, adornados con crines de plata, empujándose, atropellándose; asaltan las rocas, se apoderan de ellas; pero como si les faltara la confianza en su dominación, la confianza en su justicia, vuelven atrás con el clamor de un ejército derrotado, en láminas brillantes, en hilos de agua, en blancos espumarajos.

Pero de día se admiraban principalmente las superpuestas cortezas de la estratificación, con sus vetas sulfurosas y carbonatadas, sus sedimentos negros, sus lignitos, donde yace el negro azabache, sus capas de tierra ferruginosa que parece amasada con sangre, sus grandes y regulares láminas de roca, quebradas en mil puntos por el arte humano, y erizadas de picos, cortaduras y desgarrones.

Cuando los amantes, dando por terminado el arreglo del dormitorio, volvieron a lo que había de ser despacho, Maltrana buscó el martillo y los clavos. Quería adornar su habitación de trabajo colocando unas láminas regaladas por un amigo.

Lo conocía por ciertas publicaciones de viajes, cuyas láminas representaban tropeles de caballos en libertad, indios desnudos y emplumados, gauchos hirsutos volteando sobre sus cabezas lazos serpenteantes y correas con bolas.

Palabra del Dia

creolina

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