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Actualizado: 16 de julio de 2025


Pero sentía una simpatía de compañerismo al verla necesitada de su protección; algo parecido á lo que le inspiraban Castro, el coronel y los otros habitantes de Villa-Sirena. Hasta pensó que la desgracia era aceptable, ya que servía para devolver á las personas su verdadero carácter.

Una esperanza indeterminada pero firme emergía sobre sus vacilaciones: el generalísimo era el único que poseía el secreto de los sucesos. Y Desnoyers aprobó, con el entusiasmo ciego que le inspiraban las personas cuando depositaba en ellas su confianza. ¡Joffre!... El caudillo serio y tranquilo lo arreglaría todo finalmente.

La novia corrió al hospital con su futuro suegro y su madre. Luego fué sola, quiso quedarse allí, vivir al lado del herido, declarando la guerra á todos los reglamentos, chocando con monjas y enfermeras, que le inspiraban un odio de rivalidad. Pero al ver el escaso resultado de sus violencias, se empequeñeció, se hizo humilde, pretendiendo ganar con sus gracias una por una á todas las mujeres.

Las nieblas del otoño, que por las ventanas invadían la clínica, le inspiraban la idea de que todo se había acabado, y a cada momento esperaba un suceso terrible. El presentimiento de una desgracia próxima era en él tan intenso, que permanecía horas y horas inmóvil, sin atreverse a levantarse.

La protección enérgica de su tía Tomasa imponía respeto. Además, aquellas hembras simples, de pasiones instintivas, no podían sentir ante su fealdad la envidia hostil que inspiraban años antes su hermosura y el noviazgo con el cadete.

Y en la otra vidriera, fíjese usted bien: gachos en pelota, prójimas sin más vestidura que la mata de pelo; cosas, en fin, de los tiempos en que la gente no tenía vergüenza y andaba con la cara en alto... y la otra cara al aire. Gabriel sonreía ante las necedades que los caprichos del arte antiguo inspiraban al perrero. Pues en el coro, tío, también hay algo que ver.

Y finalmente se les montaba, para hacerles dar vueltas, al principio sin soltar la cuerda, luego manejándolos con las riendas. ¡Los potros que él llevaba desbravados, animales casi salvajes, que inspiraban miedo a muchos!...

Ardientemente inspiraban á Lope los sucesos de su patria, y jamás desaprovecha las ocasiones que se le presentan de perpetuar el renombre y el honor de su nación, y de pintar con los más brillantes colores las hazañas de los héroes españoles.

En realidad, el intendente, que no comprendía por qué Marta deseaba impedir la partida de la joven, había rechazado sus tentativas como absurdas; pero todavía podía contar con algunos días, y creía que conseguiría convencer a Mathys, sin traicionar los motivos que la inspiraban.

Solicitado así por el doble interés que me inspiraban el amor á la naturaleza y la simpatía por mi semejante, intenté conocer la vida presente y la historia pasada de la montaña en que vivíamos, como parásitos en la epidermis de un elefante.

Palabra del Dia

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