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Actualizado: 23 de mayo de 2025


Conocido es también que los antiguos líricos italianos se han apropiado caudal inmenso de los provenzales, habiéndose tomado el Abate de Sade el trabajo de enumerar en un largo catálogo los pensamientos, escritos y giros, que el Petrarca ha copiado de los trovadores, ó, que sin darse cuenta de lo que hacía, se han deslizado en sus obras, como reminiscencias de aquéllos, y, sin embargo, sería una verdadera insensatez que algún crítico lo atribuyera á pobreza de inventiva de tan eminente poeta, y que lo anatematizara por repetir pensamientos ajenos. ¿Y cómo ha de ser posible que haya composiciones poéticas, que entusiasman á toda Europa hace ya cinco siglos, y que pudieran perder parte siquiera de nuestra admiración, sólo por el hecho de saberse que hay en ellas algo, tomado de otras fuentes?

Lo miró todo, lo inspeccionó todo, dió órdenes, y todos le escucharon con un silencio terrible, con un silencio de espanto, porque á pesar de que el desdichado no decía una sola palabra de su desgracia, ni nadie se atrevía á recordársela, su rostro estaba espantoso. Se pintaba en él no sólo una desesperación profunda, sino el principio de una insensatez horrible.

Era el eterno predominio de la voluntad sobre el capricho, y de la razón sobre la insensatez. «Esperando que vuelva Nina indicó tímidamente la señora , he pedido a Botín... No piense usted más en la Nina, Doña Paca, ni cuente con ella aunque la encontremos, que ya lo voy dudando. Es muy buena, pero ya está caduca, mayormente, y no le sirve a usted para nada.

21 Porque de dentro, del corazón de los hombres, salen los malos pensamientos, los adulterios, las fornicaciones, los homicidios, 22 los hurtos, las avaricias, las maldades, el engaño, las desvergüenzas, el ojo maligno, las injurias, la soberbia, la insensatez. 23 Todas estas maldades de dentro salen, y contaminan al hombre.

Estos accidentes se verifican en la superficie, no revelando de ningún modo la verdadera, la misteriosa personalidad del mar. Juzgar de un temperamento humano por algunos excesos de fiebre, sería una insensatez. Y con más razón seríalo juzgar el mar por sus movimientos momentáneos, externos, que, al parecer, sólo afectan á capas de algunos centenares de pies.

Pero lo que era verdaderamente alarmante era el estado moral en que, á juzgar por el estado de su fisonomía, se encontraba el cocinero mayor. Había algo de insensatez en su mirada, en la contracción de su boca, en la actitud de su cabeza, y la chispa de razón que en aquel semblante se revelaba aún era una razón desesperada.

Palabra del Dia

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