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Actualizado: 31 de mayo de 2025
La estension que habian dado los jesuitas á sus trabajos evangélicos, mantenia en una actividad extraordinaria á sus operários, y sobre todo á los que, como Falkner, estaban iniciados en los secretos de la higiene. Así es, que desde el dia en que entró en la Compañía, hasta la supresion de esta órden, pasó del Paraguay á Tucuman, y de las pampas del sud á los bosques impenetrables del Chaco.
El gran Raimundo Lulio amenaza con la condenación eterna a quien los divulgue. La doctrina debe permanecer oculta y sólo transmitirse entre los iniciados por medio de misteriosos símbolos y para el vulgo indescifrables figuras. La llave del tesoro ha de confiarse sólo a quien sea capaz de custodiarla. La ciencia no es un sueño vano.
Las gentes se interrogaban en los salones con el tono misterioso de los iniciados que buscan reconocerse: «¿Sabe usted tanguear?...» El tango se había apoderado del mundo. Era el himno heroico de una humanidad que concentraba de pronto sus aspiraciones en el armónico contoneo de las caderas, midiendo la inteligencia por la agilidad de los pies.
Veíase en un extremo, tras un gran biombo de nueve hojas de laca de Coromandel, descascarado por todas partes, una enorme mesa cargada de papeles y rodeada de artísticos armarios, todos al alcance de la mano, sancta sanctorum, donde sólo penetraban los iniciados en los asuntos y manejos del diplomático.
Las fórmulas, por cuya virtud se hacían, estaban custodiadas en los colegios sacerdotales y en los Palacios de los Faraones. Los profanos ó no iniciados no podían valerse de estas fórmulas, ni poseerlas escritas, sin exponerse á muy severos castigos.
La medicina, iluminada por todas las ciencias auxiliares, logrará darnos métodos, direcciones para conducirnos con prudencia á esa nueva ruta. Estas cuestiones previas, llamarán más y más cada día la atención de los iniciados en la ciencia de curar. La extrema rapidez de los viajes por ferrocarril es cosa antimedical.
Estaban bastante atónitos todavía, no poco débiles, y con gran asombro de sus hermanos menores iniciados también en Julio Verne sabían aún andar en dos pies y recordaban el habla. Acaso, sin embargo, la aventura de los dos robinsones fuera más formal, a haber tenido como teatro otro bosque menos dominguero.
Se resignó al enterarse de que el vigoroso príncipe sufría náuseas cada vez que intentaba saborear esta depravación asiática. Y mientras él encendía un habano, Alicia sacó de una caja de plata los cigarrillos que fumaba en presencia de los «no iniciados»: tabaco oriental, pero bien rociado de opio.
De los otros dos iniciados que tenía el Padre Ambrosio, no se fiaba tanto, aunque también les comunicaba algunos de sus menos hondos secretos.
Sus máquinas que habían hecho estallar las armas sostenedoras del poder de los hombres resultaban ya inútiles. Los fusiles y los cañones sacudirían su largo ensueño para recobrar el diabólico poder que les hacía temibles. Los iniciados más valerosos se estaban ejercitando ya en su manejo.
Palabra del Dia
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