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Actualizado: 10 de mayo de 2025
Porque yo imagino que en la pendencia de las berceras nos mataron, y que somos ánimas que estamos en el purgatorio; y así, es por demás decir que nos saque vuestro padre si alguno no nos reza en alguna cuenta de perdones, y nos saca de penas con alguna misa en altar privilegiado."
Por lo general, evitaba a Sofía; pero una tarde, cuando ella volvió a la escuela en busca de algo que había olvidado y no encontró hasta que el maestro se encaminó a su casa con ella, quizá trató de hacerse particularmente agradable, en parte, según imagino, para que su conducta añadiera hielo y amargura a los ya desbordados corazones de los platónicos admiradores de Sofía.
¡Ah, sin importancia, su "flirt" con Castilla! Yo no quería mencionarlo a Castilla, pero en realidad cuando se piensa que él festejaba a Raquel y que Adriana no tuvo escrúpulos para hacerse festejar por él... No creo, Charito. Porque no la conoces. Al contrario. Y la imagino hasta mejor que yo, más idealista y que todo lo hace por exceso de idealismo... No sabes lo que dices, Lucía.
Tales son a menudo mis pensamientos cuando con mi escopeta o mi caña de pescar vago solitario por el bosque o las orillas del río. No sé si llegarán a convertirse en realidad, y menos aún si en tal caso tendrán por teatro el que yo me imagino; sólo sé que anhelo vivamente verme otra vez en las concurridas calles de Estrelsau, o a los pies de los sombríos muros del castillo de Zenda.
Verdad que en aquel tiempo venturoso, no manejaba más dinero que el que Jáuregui le daba para el gasto de la casa. Después de viuda, viéndose con cuatro cachivaches y cinco mil reales, imaginó fundar una casa de huéspedes, pero Torquemada se lo quitó de la cabeza, ofreciéndose a colocarle sus dineros con buen interés y toda la seguridad posible.
¡Qué larga se les hizo aquella noche! ¡Cuántos proyectos, qué de remedios imaginó Pepe, y con qué crueldad le dijo la razón fría que eran todos irrealizables!
EUSTAQUIO. Si es el Ocervo que yo me imagino, le vencerá desde el primer encuentro... En fin, tranquilícese... Yo me las apañaré para que no resulte mas que herido. ¿Dónde se bate usted...? EL SE
Entonces imaginó Peñálvez la odiosa vida de servidumbre a que lo sometería quizás el Chucro en aquel desierto lugar de salvajes y bandoleros. Su esclavitud sería aún más dolorosa y miserable que la de la mujer aquella, que tan resignada parecía de su suerte, ¡y hasta satisfecha!
Del mismo modo me imagino yo esas ciudades fantásticas, mezcla de Italia y de Alemania, por donde Musset hace pasearse el incurable tedio de su Fantasio y la peluca solemne y necia del príncipe de Mantua.
No querría sino que este mozo se volviese y me dejase; quizá con no velle y con la gran distancia del camino que llevamos se me aliviaría la pena que ahora llevo, aunque sé decir que este remedio que me imagino me ha de aprovechar bien poco.
Palabra del Dia
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