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Actualizado: 15 de junio de 2025
Aquí se comprende de un modo irresistible, aunque no queramos, que luego que las formas nos hieren con la emocion de la belleza, todas son igualmente artísticas. Se comprende de un modo irresistible que no hay más que un arte, porque no hay más que una naturaleza que nos ofrece el original de lo bello, porque no hay más que un corazon para leer aquel original.
Para eso aténgase usted a su catecismo, Elena... He lamentado muchas veces que esté usted aquí expuesta a oír discursos que hieren sus creencias... Si alguna palabra mía lo ha hecho alguna vez, pido a usted de todo corazón que me perdone. Me acusaría siempre de haber cambiado en algo las ideas que le han hecho a usted ser lo que es. Recordé que su padre dijo un día lo mismo delante de mí.
Yo ni siquiera concibo a Vd. sin Vd. Para mí es Vd. su boca, sus ojos, sus negros cabellos, que deseo acariciar con mis manos, su dulce voz y el regalado acento de sus palabras que hieren y encantan materialmente mis oídos, toda su forma corporal, en suma, que me enamora y seduce, y al través de la cual, y sólo al través de la cual se me muestra el espíritu invisible, vago y lleno de misterios.
Pidió á los Acarés guias nuestro capitan para ir á los Xarayes, y las dieron en ocho canoas, cuyos indios iban pescando y cazando, como los Sococies, bastante comida para mantenernos. Toman el nombre estos indios de un gran pez, llamado jacaré, de tan duro y áspero pellejo, que no le hieren las flechas de los indios, ni otras armas.
Estar pensando constantemente en que nos hieren. Ver enemigos en todas partes. Sentir una mirada como la hoja de un puñal en el corazón. Escuchar una palabra y darle un millón de vueltas en la cabeza hasta marearse y ponerse enferma.
Elena es agradable y las circunstancias singulares en que se me apareció fueron conmovedoras y de una fúnebre poesía. Pero, ya te lo he dicho, mi elección está hecha. ¿Crees tú que tengo un corazón con cajones numerados en el que colecciono las ternuras? Dices que desconfías de las aventuras novelescas y galantes y de los amores que hieren como un rayo.
Ya hace tiempo que me he resignado a permanecer impasible cuando los golpes del Cielo me hieren sin descanso: me he vuelto un ser miserable, sin energía y sin voluntad; me he dejado atar de pies y manos por el destino, y por más que me agito hasta hacer brotar sangre de las articulaciones, eso de nada sirve: impotente soy, impotente seguiré y... ¡nada más!
Cada uno hacía la misma recomendación al camarada: «Si me hieren en el pecho ó en el estómago, dame un tiro en la cabeza. Prefiero esto á quedar vivo junto al camino.» No podían ser considerados como caballería, á pesar de que todos iban montados. Carecían de armas blancas y no podían dar una carga. Eran infantes que sólo echaban pie á tierra en el momento de empezar el fuego contra el enemigo.
Forman cerrada techumbre en el espacio las flechas despedidas por los indios con vigorosa destreza, y de las finas corazas el temple ponen a prueba, hasta parecer dudoso lo eficaz de su defensa; llegan, hieren y rebotan sin un instante de tregua y es pavoroso redoble el que sin cesar resuena, imitando el que produce de granizo nube espesa, cuando los vidrios azota con iracunda violencia.
En el reloj de la torre de otro pueblo vasco, en Urruña, se lee escrita esta triste sentencia: Vulnerant omnes, ultima necat. Todas hieren, la última acaba. Mejor todavía la triste sentencia podría estar escrita en el reloj de la torre de Zaro.
Palabra del Dia
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