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Actualizado: 4 de junio de 2025


Ya ve usted: ¡medio mes de dormir juntos, sin otra separación que un tabique de madera!... ¡Y tantas veces que la han recordado las señoras argentinas en sus tertulias de la cubierta, sin sospechar que la tenían debajo de sus pies!... Los herederos se han portado bien.

Pero fue entonces cuando apareció el gremio terrible de los mulatos, zambos y cuarterones, herederos de los malos instintos de las dos razas que representan, y habiendo bebido en las escuelas el barniz de ilustración necesaria para fundar periódicos incendiarios y proclamar en las plazas públicas, delante de un auditorio imbécil y fanático, el exterminio de los antiguos señores.

La huerta estremecíase de orgullo viendo cómo se perdía aquella riqueza y los herederos de don Salvador se hacían la «santísima». Era un placer nuevo é intenso. Alguna vez se habían de imponer los pobres y quedar los ricos debajo.

Los herederos de aquella no estuvieron todo lo propicios al reconocimiento del parentesco, y Pepay se encontró en el mundo á los quince años, con una regular figura, unos cuantos conocimientos, un buen deseo y un tanto de malicia, fruta que sazona en todas las corporaciones de gente joven. Pepay, como todo ser racional de la India, tenía su compadre. Este mantenía un pequeño tráfico naval.

Yo quisiera que mi verso condensara el sentir de veinte pueblos hermanados por tu idioma de armonía tan preclara; veinte pueblos troquelados en el fuego de tu alma generosa; veinte pueblos herederos de tu historia y tu nobleza.

El Sannazaro fué también un gran poeta, que describió amores de pastoras, y Federico II de Aragón le hizo el regalo de una «villa» con jardines, para que trabajase con más comodidad... ¡Otros tiempos, señores míos! Sus herederos la convirtieron en iglesia, y... Se cortó la voz del cochero.

Esto, me dije yo a mismo, es indispensable para que los herederos, o la heredera, o quien haga sus veces, admitan sin reparo esta cantidad, con la conciencia tranquila de quien toma lo que es suyo. Pues, , señores, de ustedes es... ya lo creo.... Verá usted; es el caso que... aquí hay que omitir determinadas indicaciones que no favorecen la memoria de.... Del difunto. ¿De qué difunto?

Pero indudablemente iba a fallecer durante la travesía, tal vez en la misma noche, y lo echarían al agua. Había que desembarazarse prontamente de estos fardos, que únicamente sirven para entristecer a los demás. En los buques sólo pueden tolerarse los cadáveres de los ricos, porque van convenientemente embalsamados y sus herederos pagan bien.

El Fingal había sido propiedad de un capitán escocés, que, á pesar de sus largas dolencias, no quiso abandonar nunca el mando, muriendo á bordo de su buque. Los herederos, hombres de tierra adentro, cansados de una larga espera, ansiaban deshacerse de él á cualquier precio.

El señor Neris no tenía más herederos que sus sobrinos, a quienes quería tiernamente, sobre todo a la sobrina, deliciosa criatura que le hacía soportable la vida a que se había resignado benévolamente, demasiado rígida para un antiguo calavera. A Raúl le manifestaba una afectuosa indulgencia de la que él abusaba en grande.

Palabra del Dia

rigoleto

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