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Actualizado: 24 de junio de 2025
Felipe IV, aún más abatido poco después por la muerte del príncipe heredero Don Baltasar, se encontraba predispuesto, por este motivo, á participar de tales temores, y, en su consecuencia, se ordenó al Consejo de Castilla que trazara las restricciones, á que habían de sujetarse los teatros.
Don Gaspar Esteban Murillo, heredero inmediato del ilustre pintor llegó á adquirir una buena posición en Sevilla, dejando á su muerte grata memoria en cuantos fueron sus amigos.
7 Mas aquellos labradores dijeron entre sí: Este es el heredero; venid, matémosle, y la heredad será nuestra. 9 ¿Qué, pues, hará el señor de la viña? Vendrá, y destruirá a estos labradores, y dará su viña a otros. 10 ¿Ni aun esta Escritura habéis leído: La piedra que desecharon los que edificaban, Esta es puesta por cabeza de esquina;
Desde allí pudo oír algo de la conversación, y comprender que el más hermoso de los mancebos era el Príncipe heredero del grande imperio de la China, y los otros dos, el uno su secretario y el otro su escudero más querido; los cuales estaban encantados y transformados en pájaros durante todo el día, y sólo por la noche recobraban su ser natural, previo el baño de la fuente.
El personaje estaba triste desde que el heredero de las glorias de su familia se había ido á la guerra, rompiendo la red protectora de recomendaciones en que le había envuelto. Una noche, comiendo en casa de Desnoyers, apuntó una idea que hizo estremecer á éste. «¿No le gustaría ver á su hijo?...» El senador estaba gestionando una autorización del Cuartel General para ir al frente.
El asunto que te interesa, consiste en que me suscitan dificultades a la posesión del mayorazgo que tengo en Italia. ¿Y qué le importa a usted? ¡A mí! ¿pues no me ha de importar? ¿no eres tú mi heredero? ¿No sabes que la fuerza de mis rentas está en Italia? Y bien, ¿qué quiere usted?
«Es idea mía prosiguió la otra con la inspiración de un apóstol y la audacia criminal de un anarquista . Dirá usted lo que guste; pero es idea mía, y no hay quien me la quite de la cabeza... Virtuosa, sí; estamos en ello; pero no le puede dar un heredero... Yo, yo, yo se lo he dado, y se lo puedo volver a dar...».
En este interesante periodo de la crianza del heredero, desde el 45 para acá, sufrió la casa de Santa Cruz la transformación impuesta por los tiempos, y que fue puramente externa, continuando inalterada en lo esencial.
No habiendo dejado la señora de Montauron disposiciones testamentarias, venía a ser su legítimo heredero el marqués de Pierrepont, quien por este hecho reunía en sus manos una renta de más de cuatrocientos mil francos.
Aquí vivo seguro del trato y del engaño hydras sangrientas de la fe traidora. Aquí vivo seguro del mayorazgo estraño, y heredero del Sol y de la Aurora. Aquí la verdad mora: allá, si bien se mira, se mezcla la mentira con la lisonja fiera. Siempre aquí es primavera y allá todo es estio... ¡Oh mil veces dichoso albergue mio!
Palabra del Dia
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