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Actualizado: 2 de junio de 2025
Se me figura que aún tendrás algunas heces que sacar, ¿eh?». Mauricia se sonreía, cortada y confusa. Con la cabeza dijo que sí. Pues estos pozos endurecidos hay que echarlos fuera, porque el demonio se agarra de cualquier cosa dijo la santa, acariciándole la barba . Con que ya sabes... mañana tenemos aquí gran fiesta... ¿Te parece?
Además, a Lacante le parece deliciosa la novedad del sentimiento que experimenta a una edad en que todo se ha probado y agotado hasta las heces. En la pureza inmaculada de tales sentimientos ¡qué irresistible fuerza la de esas sensaciones todavía no gustadas!
Hemos perdido nuestro vigor corriendo desalados en todos sentidos, confundiendo en la escena las creaciones más heterogéneas, ya imitando este modelo, ya el otro; celosos particularmente de agotar las heces de la literatura dramática extranjera, poseemos dramas clásicos y románticos, piezas patibularias que conmueven los nervios, ensayos declamatorios llenos de sentencias filosóficas para los estudiantes más aprovechados; lamentaciones familiares sentimentales, cuyo solo fin es hacer derramar lágrimas y anécdotas dialogadas que se denominan comedias; hemos trasplantado á nuestro teatro el fastidio clásico, la insensatez romántica y los vaudevilles franceses; hemos creído rivalizar con los ingleses imitando la parte angulosa y las excrecencias de sus dramas, y con los españoles parodiando sus formas y sus extravíos místicos; y, á pesar de esto, pocas veces hemos logrado hasta ahora dar vida á un drama propio, habiendo sido hasta aquí contadas las tentativas dirigidas á apropiar al teatro las tradiciones populares é históricas, de las cuales, y en último resultado, no ha brotado una poesía dramática duradera.
Así lo explica San Hilario y San Jerónimo ap. Lorin. y así lo enseña la experiencia de tantos siglos, que los ha mirado y admirado en todas partes, como las heces de la tierra; la irrisión y la abominación de las gentes: tanto, que refiere Amiano l. 2 que pasando por la Palestina Marco Emperador, apurado del mal olor y peor trato de los Judíos dijo con sentimiento muchas veces, que aunque había visto la barbaridad y vileza de los Marcomanos, de los Quados y Sármatas, se desengañaba en fin, que en los Judíos hallaba mucho peores que todos ellos: sœtentium Judœorum, & tumultuantium sœpe taedio percitus dolenter dicitur exclamasse: o Marcomani, o Quadi, o Sarmatae tandem alios vobis deteriores inveni.
Y tendió la carta. Chico, este papel es una sopa. Se ha corrido la letra y no puedo leer. ¡Pluguiera a Dios cegarme, antes de haberla yo leído! Pero ya, ¿qué he de hacer? ¡Ah! Resignarme y perdonar la mano que me ha herido. Apuraré esta copa hasta las heces, y leeré la carta por dos veces. Y leyó la carta a la duquesa.
Palabra del Dia
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