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Actualizado: 16 de julio de 2025
Los primeros, Joan del Aguila, se fué de armada; Zayas volvió con Villacis y un renegado que se decía Mamy, diciendo que el Bajá y D. Alvaro mandaban que toda la gente se entrase á puesta de sol en el castillo; que les diesen un moro que se llamaba Sayte y el hijo del jeque que habíamos traído de Sicilia para hacerle señor de la isla, con otros tres rehenes que habían dejado los alarbes que habían venido á servir.
Yo se lo he confiado á V. para que no fuese V. á creer que yo era Clori y que sin razón de ningún género habíamos convertido á V. en viejo rabadán enclenque, á fin de dar motivo á los versos. Quedo satisfecho, muchacha, y no diré nada. Te aseguro ya que me interesa tu amiga Clori y que tengo curiosidad de verla.
Habíamos ocupado un palco-balcón de la derecha, inmediato a aquella antigua viga blanqueada que sostenía el techo y que por su espesor desafiaba las fuerzas de Sansón mismo. Mi tía se había hecho acompañar por la señorita Fernanda, que yo estaba acostumbrado a ver con frecuencia en casa.
No que él fuese católico ferviente, ni le diese una higa por que se pusiera a los curas como hoja de perejil. Al contrario, toda la vida había profesado ideas bastante heterodoxas y había maldecido de los beatos. Mas ahora se mostraba escandalizado: «Al fin y al cabo, habíamos sido educados en el respeto de la religión, la cual es el único freno para el pueblo.
Pero me hace mucha gracia oírle decir aquellas mismas cosas que en otro tiempo eran para Laura. No ha cambiado de vocabulario. Tiene todo un catálogo de galanterías preciosas. Pero verás. Ayer nos habíamos quedado solos. Empezaron las palabras dulces. De repente le interrumpo: No, no quiero que me diga "eso". Se quedó él asombrado. ¿Por qué, Carmencita?
Pero el general no le atendió, y con buenas palabras por el camino derecho, que quiso y que no quiso el cacique, se entró al pueblo, en que habia muchas gallinas, gansos, ciervos, ovejas, avestruces, papagallos, conejos y otros semejantes; mucho maiz y raices, de que es fertilísima aquella tierra: pero muy falta de agua, y de plata y oro, por el cual no nos atrevimos á preguntar; porque las demas naciones por donde habiamos de pasar, no supieran lo que apetecíamos, y huyesen.
Deseaba con ansia abandonar la casa de Blair, ahora que estaba ocupada por los usurpadores, pero nosotros la habíamos llenado de halagos, con el fin de que permaneciese y pudiese moderar algo los actos de Dawson y su hija.
» Que se le debe dar la recompensa que le hemos ofrecido, y para ello no hay más remedio que confesar que nos habíamos perdido y que ella nos ha guiado hasta nuestra casa. » Sí, pero nos va a reñir dije yo. » Pero tanto ella como su hijo están hambrientos replicó Magdalena. ¿No vale más que nos riñan y que esos pobres coman? ¿No lo crees tú así también?
Durante cinco años, lo confieso, habíamos esperado confiados en que algún día repartiría con nosotros parte de su fortuna en compensación de los servicios que le habíamos hecho en lo pasado.
Pero he descubierto que es un inglés de regular edad y no italiano, como habíamos pensado. Creo que no me pondré celoso por las atenciones que tenga con usted, pues adolece de un defecto físico. Sólo tiene un ojo.
Palabra del Dia
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