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Actualizado: 13 de julio de 2025


MIGAS DE CARLOS IV. En una Revista leemos cómo preparaba Godoy las migas a lo Carlos IV. De una hogaza de pan candeal se cortan migas del tamaño de garbanzos, se humedecen con leche, se les pone sal y se envuelven en un paño.

Don Fernando de Godoy, Idos con Dios, y pensad Que, puesto que ya la muerte De mi hermano sucedió, Que más que á quise yo, Os estimo de tal suerte, Que trueco alegre y ufano, A mi suerte agradecido, El hermano que he perdido Por el amigo que gano. Esta escena es de una belleza incomparable.

Este pleito duró diez años, y en él perdió Porreño casi toda su fortuna, contrayendo deudas espantosas. Después tuvo la desdicha de sostener á Godoy en la conspiración de Aranjuez, y caído Carlos IV, el Príncipe heredero no perdonó medio de hacerle daño.

Godoy Cruz, Correa, Villanueva, Doncel y muchos otros reunieron todos los libros que trataban de la materia, recolectaron de toda la América colecciones de metales diversos, registraron los archivos chilenos para informarse de la historia del mineral de Uspallata, y, a fuerza de diligencia, lograron entablar trabajos allí, en que, con el auxilio de la ciencia adquirida, sacaron utilidad de la escasa cantidad de metal útil que aquellas minas contienen, porque el mineral de Uspallata es un cadáver.

Enterado yo en el Rio Negro por los mismos indios, y viages que hicieron los dos expresados peones Godoy y Gonzales, de esta maldad en los nuestros, han sido repetidas las instancias que he hecho al Señor Virey, para que se les castigue con egemplar rigor al que se aprenda haber incurrido en tan horroroso delito, y juntamente cuenta á S. E. de uno de estos impios que los dirigia: el que llegó á tal extremo su crueldad, que no estuvieron exentos de ella sus propios padres, á quien él mismo mató en una de las entradas que hizo con los indios.

D. Tadeo Calomarde recuerda los planes casamenteros que servían para hacer fortuna en los tiempos de Godoy. Mi dignidad no me permite seguir este asunto. Ruego al Sr. D. Tadeo Calomarde y al Sr. D. Gabriel de Araceli que se sirvan abandonar mi casa. Calomarde y yo nos levantamos. Presentación me miró, y con toda su alma en los ojos, me dijo en mudo lenguaje: Lléveme usted consigo.

Palabra del Dia

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