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Actualizado: 12 de mayo de 2025
De aquí que los portugueses buscasen allí con afán aunque poco dichoso, las antiguas minas que el hijo de David había laboreado. Algo se detuvo en Sofala la pequeña flota, pero no tardó en zarpar para Goa. La nave de Morsamor no pudo seguirla. Tenía antes que ir a Melinda, a donde enviaban los señores Adorno y Salvago no pocos artículos de comercio.
Aunque movido Morsamor de sentimientos contrarios, coincidía con el gobernador en hallar difícil y enojosa su posición en Goa, ansiando salir de allí en busca de aventuras, con toda independencia de Portugal y campando por su respeto.
Goa resplandecía entonces en su mayor auge como centro y capital del imperio lusitano en Oriente; imperio que se extendía desde Sofala a Malaca, por todas las costas del Océano Índico y del Golfo de Bengala, y dilatándose además por muchas islas del mar del Sur, como Ceilán, Sumatra, Java y las Molucas, donde el rey de Portugal había levantado fortalezas e imponía tributos.
Don Duarte de Meneses recibió con grande aprecio al aventurero castellano que tan bien le había servido y aceptó gustoso el rico obsequio de los veinte hermosos caballos. Por aquellos días todo era júbilo en Goa, porque de Ormuz llegaron también muy buenas nuevas.
Para esto, para otros gastos de la expedición y para excitar también la codicia y el celo de Morsamor, Narada entregó a este no corta cantidad de rupias de oro y además, en un pequeño saco de cuero, diamantes de Golconda y perlas rubíes de Ceilán, por cualquiera de los cuales había en Goa joyeros que darían considerables sumas.
En tal situación de ánimo y después de aconsejar a Tiburcio que fuese circunspecto y sufrido a fin de vivir en paz, Morsamor le manifestó el ansia que tenía de salir de Goa y de buscar honra y provecho por nuevos y no trillados caminos.
Le llevó una armada de quince velas, en donde fueron Francisco Pereira Pestana para Gobernador de Goa, Juan Silveira, para ejercer el mando en Cananor, y para el gobierno de Calecut, Juan de Lima. Habían ido también, custodiando al nuevo Virrey, cuatro naves a las órdenes de Martín Alfonso de Melo, el cual debía después visitar el Imperio chino.
Morsamor convocó, pues, a su gente, expuso su determinación de permanecer en Benarés con algunos pocos aventureros que quisiesen acompañarle y reconociendo que todos habían cumplido ya con el compromiso y la obligación que contrajeron, los dejó en libertad de volver a Goa, conducidos por buenos guías y con el espléndido botín que habían conquistado.
Demás de quatro mil salmas pasaba, Que otros suelen llamarlas toneladas, Ancha de vientre y de estatura brava: Asi como las naves que cargadas Llegan de la oriental india á Lisboa, Que son por las mayores estimadas. Esta llegó desde la popa á proa Cubierta de poetas, mercancia De quien hay saca en Calicut y en Goa.
Tiburcio, bajo la inspección y dirección de Morsamor eligió a la gente de leva, hizo el ajuste y enganche y con el mayor secreto lo dispuso todo para la partida. Goa era en aquella edad la Síbaris del Oriente, centro de lujo, regalo y lascivia, donde los vencedores de Adamastor y de todos los genios del Mar Tenebroso recibían el galardón de sus estupendas victorias.
Palabra del Dia
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