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Actualizado: 28 de junio de 2025


Ya está acabado el traje, gentleman decía Flimnap . Hay que ponérselo inmediatamente, y con eso quedará terminado el conflicto con todo ese pueblo que no le conoce bien. Los empleados del gobierno quieren que salga usted de la Galería. Le será más fácil vestirse al aire libre, y los sastres podrán apreciar mejor su obra.

Esto demuestra la injusticia con que la mujer era mirada en aquellos tiempos nefastos de la tiranía hombruna, cuando se la consideraba apta únicamente para administrar una casa pequeña y cuidar los hijos. Al hombre corresponden ahora estas funciones secundarias. Reconozco, gentleman, que nuestro triunfo no ha sido del todo generoso.

Conozco cosas que el gobierno de las mujeres necesita mantener secretas y que representan un peligro de muerte para aquel que las aprende. Calló Ra-Ra, como si le turbasen los pavorosos recuerdos de su vida de perseguido; pero el gigante tenía los ojos fijos en él, animándole á que continuase su historia. Con usted, gentleman, me atrevo á hablar de lo que no hablaría con ninguno de mi especie.

Usted debe bañarse todos los días, ¿no es cierto, gentleman?... Además, el pedazo de tela blanca, grande como una alfombra de salón, que lleva usted sobre el pecho, junto con el reloj, ha impregnado el ambiente de un olor de jardín.

Pero yo tengo cierta confianza, porque el corazón justo y fuerte de las mujeres es siempre piadoso con la debilidad y la ignorancia del hombre. Además, cuento con la buena impresión que producirá su aspecto. »Usted es muy feo, gentleman; usted es simplemente horrible. Su piel, vista por nuestros ojos, aparece llena de grietas, de hoyos y de sinuosidades.

Parecía que sólo esperaban recibir su recompensa por adelantado para matar al Hombre-Montaña. Como el tal asesinato no resultaba empresa fácil, discutían mucho los procedimientos para conseguirlo. Esté usted tranquilo, gentleman siguió diciendo la joven . Nuestros amigos vigilan, y nos traerán noticias más concretas.

Cuando despertó, el sol estaba ya muy alto, pero no fué la caricia cáustica de su luz la que le volvió á la vida. Unos gritos que parecían venir de muy lejos, entrecortados por llantos, fueron el verdadero motivo que le hizo salir de su sopor incomprensible. Ra-Ra le llamaba. ¡Gentleman, Popito se me muere!... ¡Ya ha muerto tal vez!

Un oficial de los del casquete alado corrió galantemente á proteger á las recién llegadas, con el interés que merece el sexo débil, y las tres señoritas acogieron con gesto ruboroso las atenciones del militar. Gillespie se dió cuenta de que la doctora seguía sus impresiones con ojos atentos, sonriendo de su asombro. Ya le dijo, gentleman, que vería usted grandes cosas.

Muchas veces quise abandonarlo á su suerte, en vista de sus absurdas predicaciones contra el excelente gobierno de las mujeres, ¡pero le quiero tanto!... Lo conozco desde niño. Además, en los últimos días ha aumentado mucho mi afecto hacia él. ¿Se ha fijado, gentleman, cómo se le parece á usted?...

¿Y cómo llegaron ustedes á conocer que soy un gentleman? preguntó, sonriendo. Si pudiera usted examinarse en este momento desde los bolsillos de sus pantalones al bolsillo superior de su chaqueta, se daría cuenta de que lo hemos sometido á un registro completo.

Palabra del Dia

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