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Actualizado: 12 de junio de 2025
Esta tribu, ménos numerosa que la de los Guarayos, habitaba en el seno de las sombrías florestas que separan el rio Grande del rio Piray, entre Santa-Cruz de la Sierra y la provincia de Moxos, desde los 17 hasta los 18 grados de latitud sud, y como sobre los 68 de longitud oeste de París. Sus diversas poblaciones ocupaban una grande superficie de terreno.
Las florestas vírgenes del Brasil, que con tanta perfeccion y gracia ha trasladado al lienzo el pincel de uno de los mejores artistas franceses, en nada se parecen á las de los lugares donde yo me hallaba. En estos, ayudada la naturaleza por un temperamento cálido y constantemente húmedo, ha tomado un desarrollo tal, que no hay cosa que pueda comparársele.
El aceite de Tayabas se confunde con el de la Laguna y se da al comercio con este nombre. Tanto en las quebradas de sus montes como en las florestas de sus valles, se cría en abundancia caza mayor y menor, figurando en la primera el carabao cimarrón, el venado y el jabalí; en la segunda, hay una gran variedad de pájaros, siendo de notar la gran colección de palomas.
No hay un rio ni un lago susceptible de navegacion que no esté surcado en Suiza por numerosos vapores, para cuyo servicio se aprovecha en caso necesario el inagotable combustible que ofrecen las florestas de los Alpes y el Jura.
Caminábamos sin ver ni un rayo del sol poniente, bajo bóvedas y pabellones interminables de verdura sombría reposando sobre columnatas colosales de abetos, revestidas de líquenes y musgos. Ningún ruido extraño se mezclaba al eco de las pisadas de nuestros caballos y á ese rumor vago, sin causa visible pero eterno, que es la voz misteriosa de las florestas.
Las musas me llaman, la fábula griega me distrae, los bosques de la isla de Calipso me hablan de amor; veo flores, mujeres, altares profanos; huelo perfumes embriagadores; diviso florestas, cuyas sombras parecen ocultar misterios lascivos; oigo á lo léjos un ruido que me intranquiliza, que me seduce; pero que me seduce como nos seduce una maga ó una circe.
Una hora de inquietud se me hizo un siglo y empezaba ya á desalentarme, cuando, por una dicha inesperada, se entreabrieron las nubes un momento, y se me reveló un horizonte inmenso: los últimos repechos de las montañas, como surcos irregulares cubiertos de árboles, bajaban serpenteando lentamente hácia un mar de verdura sin límites, el cual era formado por las florestas de la llanura, que contornean las montañas en un espacio de mas de cuarenta leguas.
Si me faltaban las florestas vírgenes de mi patria y los mil rumores de sus cataratas, sus torrentes, sus pájaros y sus insectos zumbadores, al menos veía fisonomías hermanas, reproduciendo muchas de mi tierra natal; oia hablar en la opulenta lengua que me enseñó mi madre á balbucear; contemplaba con recogimiento las numerosas estatuas de los reyes españoles, bajo los olmos corpulentos, no porque fuesen de reyes, sino precisamente porque ellas me parecian escombros artísticos de épocas que la libertad y el progreso han trasformado profundamente, y me hacian evocar la historia de esa heróica raza ibérica que llevó su sangre al suelo colombiano para fundar pueblos que la revolucion debia regenerar y que la democracia habrá de engrandecer.
Su carácter, análogo al lenguaje, es irascible, tenaz, lleno de altanería, y muy poco alegre; son sin embargo mas inclinados al trabajo que los Apolistas, sobretodo á la agricultura y á las correrías escudriñadoras en el seno de las florestas.
La Suiza aparece en derredor con todos sus contrastes, sus formas colosales y horribles en unas partes, apacibles y pintorescas en otras, donde quiera bellas y seductoras, ó imponentes. Eran las seis de la tarde cuando contemplábamos á la tibia luz del sol poniente aquel mundo de montañas y lagos, valles y planicies, florestas y praderas, verjeles y ciudades y pueblos.
Palabra del Dia
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