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Actualizado: 4 de octubre de 2025


También tendrían salario los fiscales, y demás que fuese necesario para el mejor culto de la iglesia, y que hubiese quien celase y obligase a que todos acudieran a la iglesia y a todas las obligaciones de cristianos, lo que también celarían las justicias, como ya queda dicho.

En las mismas ordenanzas se previene que en cada pueblo se continúe el nombramiento de un corregidor indio, dos alcaldes, cuatro regidores, un alguacil mayor, dos alcaldes de la hermandad y un mayordomo, con otros oficios correspondientes a la iglesia, como son un sacristán, tres cantores y dos fiscales, que cuiden de aquellos ministerios propios de su destino, y estas elecciones las confirma el gobernador de los pueblos.

El torero, el contrabandista, el jugador ó tahur y el guerrillero son en España hijos de las instituciones. El sistema económico, tan vicioso en España, ha hecho nacer al contrabandista como el contrapeso de la voracidad y codicia del fisco. Las plazas de toros son explotadas como elementos fiscales ó rentísticos.

No hay medio de escribir en el Decálogo los delitos fiscales. La moral del pueblo se rebelaba, más entonces que ahora, a considerar las defraudaciones a la Hacienda como verdaderos pecados, y conforme con este criterio, Estupiñá no sentía alboroto en su conciencia cuando ponía feliz remate a una de aquellas empresas.

La llave para abrir las arcas fiscales de que éste se servía, era la amistad de la corrompida Excelencia ya citada, y por sus manos poco escrupulosas pasaban los caudales, que dejaba caer, como lluvia de oro, sobre su familia, sus parientes y sus amigos.

La nicotina no es una tontería, la estricnina también es un buen producto; pero el señor magistrado sabe tan bien como yo que la estricnina y la nicotina han encontrado ya sus fiscales, es decir, sus reactivos.

En Alemania, donde hay tantos Estados literalmente microscópicos, tantos reyezuelos que para no vivir indigentes necesitan aguzar mucho el ingenio en punto á recursos fiscales; en Alemania, donde el orgullo tradicional de tantas dinastías de segundo, tercero y cuarto órden somete á los pueblos á la necesidad de dejarse explotar mas ó ménos para mantener el rango de los príncipes; en Alemania, digo, se ven instituciones y costumbres muy curiosas, que ningún otro país toleraría talvez.

Regnier de Maligny, en su «Manual del comediante», dice que éstos necesitan conocer los tipos reales y estudiar principalmente: «En «el campo», la voz, los ademanes, sencillos y francos, de los campesinos. En «las iglesias», á los verdaderos y á los falsos devotos. En «las audiencias», á los abogados, á los fiscales y á los jueces.

Palabra del Dia

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