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Actualizado: 16 de noviembre de 2025


Así terminó aquel diálogo, cuyos pormenores he conservado en mi memoria, a pesar del tiempo transcurrido. Mas acontece con frecuencia que los hechos muy remotos, correspondientes a nuestra infancia, permanecen grabados en la imaginación con mayor fijeza que los presenciados en edad madura, y cuando predomina sobre todas las facultades la razón.

Al decirle su hijo que éramos vascos, levantó los brazos al aire con grandes extremos. ¿De qué pueblo? nos dijo en vascuence. De Lúzaro. ¿Españoles? . Yo soy vasco-francés. Nuestra tierra es muy buena, ¿eh? Yo no digo que la Gironda sea mala, no. Es un país rico; pero la tierra vasca es otra cosa. Luego, mirándome con fijeza, me preguntó: ¿De qué pueblo habéis dicho que sois? De Lúzaro.

Luego que vieron los rosales y que el conde le hizo elegir algunos para mandárselos al día siguiente, tornaron por senderos distintos hacia la puerta de entrada. ¿Usted está seguro de que yo he venido únicamente a ver estos rosales? dijo Amalia parándose súbito y mirándole con fijeza.

La impresión que Clementina le causaba no era la misma de respetuosa devoción que antes de haber trabado de tan singular manera conocimiento con ella. Pepe Castro, así que le vió en las butacas, comenzó a mirarle con fijeza tratando sin duda de analizarle. Como es natural, esta sospecha no le excitó a mirarle con más simpatía.

¡Jo... sús! ¡Qué blasfemias dices! Mira, mira, y yo haremos malas migas. Si sigues así, desocupa, hijo, desocupa y deja la casa. El día en que te den garrote iré a verte. ¡Aur!...» murmuró Pecado con gutural sonido. Y se marchó despacio, las manos en los bolsillos, la gorra encasquetada, la mirada vagabunda y sin fijeza, como su andar y pensamiento.

Después, mientras Bonis y D. Nepo y los demás que habían acudido a recibirla daban órdenes para subir a casa el equipaje, ella emprendió la marcha escalera arriba, colgada del brazo de Gaetano. En el primer descanso se detuvo, respiró con dificultad, miró al barítono con fijeza, y acabó por decir: ¿Y si me hubiera muerto en el camino... por culpa tuya? ¡Bah! ¡, bah!

Poderosa madre que empezaste la vida y no puedes terminarla; permite que tu hija, la Tierra, continúe la obra comenzada. Ya lo ves: en tu mismo seno y en el momento sagrado, tus hijos sueñan con la Tierra y su fijeza; abórdanla, la rinden homenaje.

Nogueras, el alegre doctor, les vio por un ventanillo del despacho inmediato y salió a su encuentro. Miraba con fijeza a Feli, y ésta bajó los ojos, avergonzada... ¡Pchs! No era gran cosa como mujer... Quedaron los dos amantes frente a frente, en una situación embarazosa.

La Esfinge tomó la tarjeta, púsola a conveniente luz, y clavó en el retrato la vista a través de sus anteojos, con una fijeza tan inalterable y dura, que Ángel hubiera jurado que le hacía daño en el pecho y que por eso latía su corazón tan desacompasadamente.

Desde que había salido de casa, donde quiera que había puesto los ojos o el oído, había visto el periódico suyo, o pescado alguna palabra referente a él; y los que le veían pasar, le miraban, le miraban, ¡con una fijeza y un interés!... Hasta los menestrales y los muchachos aquéllos que andaban por la plazuela, le comían con los ojos.

Palabra del Dia

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