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Actualizado: 5 de mayo de 2025
608 Tampoco yo le daba alce como deben suponer; se había aumentao mi quehacer para impedir que el brutazo le pegar algún bolazo de rabia a aquella mujer. 609 La bola en manos del indio es terrible y muy ligera; hace de ella lo que quiera saltando como una cabra. Mudos, sin decir palabra, peliábamos comos fieras.
Volvió a pensar, aunque sin esperanza, en lo de «la música las fieras domestica», y dijo: Pues mira, si te decides, Minghetti, el barítono, es un excelente profesor.... Emma, encendida, no pudo menos de ponerse en pie, y sin pensar en contenerse, comenzó a batir palmas. ¡Oh, sí, sí; sublime, sublime; qué idea!, el barítono... y le pagaremos bien; será una obra de caridad.
En Oriente y Occidente los hombres se agitaban como fieras, mientras él permanecía tranquilo junto al más risueño de los mares, con una pasión, con un deseo que llenaba su existencia, poco antes vacía, resucitando los entusiasmos y las vehemencias de la juventud.
Que estas guitarras, arpas y rabeles, Si para el pueblo son sonoras aves, Para nosotros son fieras crueles; Y no porque ignoremos ser suaves, Sino porque mil veces repetidas Vienen á sernos ya susurros graves.
¿Cómo se llama? Julieta Raynal; su padre era oficial superior. ¿Raynal?... Espere usted, he conocido un capitán de ese nombre en un viaje a Argelia... y una vez hasta me salvó la vida... ¿En un encuentro con los árabes, tío? No, señor burlón, en un encuentro con un león. ¿Ha cazado usted fieras, señor Neris?
Causó esto en el pueblo gran confusión y espanto, el cual creció hasta que el demonio, en forma de un grande pájaro, despertando al cacique, le estimuló y exhortó á la fuga, por lo cual, así el cacique como el Mapono más venerable y de más años, y en pos de ellos gran parte de la plebe, se huyeron á los bosques, metiéndose en las grutas de las fieras.
Gallardo, que volvía a ocultarse rápidamente tras las vallas, examinaba el aspecto y carácter de las fieras, sin llegar a decidir cuáles eran las dos que debía escoger. El mayoral de la plaza estaba junto a él: un hombrón atlético, con polainas y espuelas, vestido de grueso paño y con sombrero de campo sostenido por un barboquejo.
Del miedo a las fieras le curaban sus acompañantes, asegurándole que el lobo y otros animalitos por el estilo no hacen caso del hombre como tengan bestias en que cebarse; y los viajeros llevaban, por de pronto, siete caballos que ofrecer a la voracidad del soñado enemigo.
El soldado español es, además de bizarro, sufrido, frugal, pundonoroso, etc., etc., chispeante en el pensamiento y ático en la frase. Nadie lo ha puesto en duda. Pues bien; esta sal y este aticismo con que la naturaleza dotó a nuestro ejército, y muy singularmente al arma de infantería, se aumenta en un cincuenta por ciento lo menos cuando pasea por los jardines de la Casa de fieras.
494 El que envenenan sus armas les mandan sus hechiceras; y como ni a Dios veneran, nada a los pampa contiene: hasta los nombres que tienen son de animales y fieras. 495 Y son, ¡por Cristo bendito!, Los más desasiaos del mundo: esos indios vagabundos, con repunancia me acuerdo, viven lo mesmo que el cerdo en esos toldos inmundos.
Palabra del Dia
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