United States or Papua New Guinea ? Vote for the TOP Country of the Week !


El Tato, siguiendo el coro por su parte exterior, condujo a Gabriel al testero, enfrente de la puerta del Perdón. Bajo el medallón grandioso que sirve de respaldo al Monte Tabor, obra de Berruguete, se abre la capillita de la Virgen de la Estrella. Fíjese usted en esa imagen, tío. ¿Hay una igual en todo el mundo? Es una gachí, una chavala que volvería locos a los hombres si parpadease.

La conozco desde hace mucho tiempo y unas veces hemos estado en buenas relaciones y otras reñidos. Ahora quiere tentarme... ¡como si no! ¡Adiós, querido doctor! El señor Le Bris se levantó de la silla. El duque le retuvo por la mano. Fíjese usted en que lo que hago es heroico. ¿Usted no ha sido jugador? ¿Conoce usted las cartas? Juego al whist. Entonces no es usted jugador.

Y cuando Ojeda quedaba solo, ella parecía ocultarse, huyendo de reanudar sus conversaciones. A los ojos escrutadores de Maud no escapaba cierto hermoseamiento de la antigua artista, un mayor cuidado en el adorno de su persona. Fíjese, señor: su amada hace grandes gastos. Hoy va de blanco de pies a cabeza; un traje de piqué, planchado y almidonado; una verdadera coraza.

Consultó la observación con Leto que iba a su lado, y Leto la dijo: Fíjese usted bien, particularmente en la Escribana mayor, que es la que más lo exagera... ¿No cae usted? No caigo. Pues consiste en que han dado todas en la gracia de imitarla a usted en el modo de andar y en el de vestir. Nieves se hizo cruces.

Maltrana continuó, en voz más tenue: Aquellas tres damas guapetonas, de perfil majestuoso, con los ojos negros y grandes, son de la República Oriental. Fíjese en los brazos, amigo Ojeda; ¡qué blancura!, ¡qué armónica carnosidad!

Nos afanamos por apoderarnos de prisa, de prisa, trozo a trozo, del gran bloque del tiempo venidero, y estamos en la situación de un avaro que no hiciese sino guardar onzas de oro en un arca, y que cada onza se le desvaneciese sin llegar al fondo. Fíjese usted en la impropiedad del lenguaje, en lo que respecta al tiempo y a la edad de los hombres.

Pero pasada una semana, al organizar la poetisa una nueva fiesta, reaparecía el desterrado, siempre humilde y melancólico, encogiéndose como si temiese ocupar demasiado espacio en los salones de su mujer. Yo no continuó una de las murmuradoras para qué da estas fiestas estando arruinada. Fíjese en la mesa que nos ofrecerá luego.