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Vemos á cada paso hombres cuyos intereses y deberes reclaman ciertos trabajos no mas pesados que los que ellos mismos se imponen: y no obstante dejan aquellos por estos, sacrificando á su gusto el interes y el deber. Han de despachar un expediente, y le dejan intacto, á pesar de que no habian de emplear en él ni la mitad del tiempo que han gastado en correspondencias insignificantes.

Más pudiera decir en mi abono acerca de este asunto, pero no se trata aquí de una discusión académica. Yo carezco de estudios y de facilidad de palabra para discutir con V. sobre la cuestión general de si el matrimonio ha de ser un estado tan difícil y estrecho como otro cualquiera que se toma para servir á Dios, y no un expediente mundanal para disimular liviandades.

La hinchazón y la coloración desaparecieron por algún tiempo; mas sus efectos no fueron de larga duración. Fue preciso recurrir a otro expediente. Pidió M. Bernier veinticuatro horas para reflexionar, y se tomó cuarenta y ocho.

No aprovechando este medio, se tomó otro expediente que sólo parecía más concerniente al intento y fué comprar la amistad y benevolencia de la nobleza Guanoá con algunos presentes de cosas ordinarias entre nosotros, mas entre ellos muy apreciadas. Pero ni aún de esta manera se pudo reducir su obstinación á tratado de paz y concordia.

Y aparece tras ella otra señora, pero ésta no es como las anteriores, sino humilde, inocente, y en su fisonomía no hay rasgo revelador de las tempestades que rugen en su alma. El expediente sobre concesión de bosques en el Chaco, iniciado por don Palemón Tagliarin... ¿podría usted informarme? ¿Qué número tenía, señora?

A Dios gracias tengo buenas relaciones en la prensa y ya verá usted la mosquita que le haré poner al señor contador... ¡Ya verá usted y se reirá!... ¿Y no sabe cuándo vendrá el tan célebre expediente? No, señora..., ¡no puedo decirle nada al respecto! La señora se sonríe y exclama, por si acaso, como quien tira un anzuelo por si pica.

Su fecunda imaginación ofrecióle al punto otro expediente digno de la superiora de Port-Royal, la mística jansenista Sofía Arnaud. ¿Pero qué estás diciendo, Fernandito?... ¿Comulgar un niño de doce años?... ¡Qué barbaridad!... Eso es una irreverencia y yo no puedo permitirlo. Villamelón abrió la boca espantado. Pero, mujer, Curra, ¿sabes?... Si el padre rector dice que ...

Las deudas tenían aliento de fiebre, la real hacienda jadeaba; cada año se gastaban los ingresos de cinco años venideros. ¿Qué expediente, qué arbitrio quedaba por ensayar?

Es decir, que el toque estaba, como el toque del ejército militar, en llevar nuestro expediente tantos o cuantos años de servicio.