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La hermana de mi cuñado ha quedado muy rica, aunque realmente de nada le sirven las riquezas, porque no disfruta de ellas y las reparte entre los pobres: es la santa más delicada de la tierra que he conocido jamás; no tiene nada en su santidad que moleste ni perjudique a nadie; su piedad, cuando sale de la iglesia o de su oratorio, donde pasa la vida, se convierte toda en dulzura y bondad; tiene la sonrisa de los ángeles en la boca y una transparencia celestial en la mirada; es demasiado escrupulosa para misma: no lo fía todo a la generosidad divina y derrama la limosna a manos llenas; las gentes la bendicen y la aclaman como santa.

La tradicion filosófica de las sanas ideas no se interrumpió durante el siglo pasado; en muchos puntos de Europa se conservaban escuelas que los enseñaban con escrupulosa fidelidad.

Al notar la luz de la lámpara del Gobernador, la anciana señora apagó prontamente la suya y desapareció probablemente entre las nubes. El ministro no la volvió á ver. El magistrado, después de una escrupulosa observación de las tinieblas, en las que por otra parte nada le habría sido posible distinguir, se retiró de la ventana. El ministro entonces se tranquilizó algo.

No fingas, no; que es grande picardia: Refiere sin doblez lo que ha pasado, Con nimiedad escrupulosa y pia; Y en todo cuanto escribas ten cuidado De no olvidar las fechas y las datas, Que así lo debe hacer un hombre honrado.

Mientras la hija estuvo en edad de vivir escondida, la madre pudo entregarse de lleno a sus placeres mundanos; pero llegada la hora de traer a Luz a su lado, tenía que decidirse por el gato o por el perro; y esa hora llegó, y la madre escrupulosa triunfó sin lucha de la mujer liviana.

A cada persona la trataba según sus antecedentes, posición y temperamento. Cuando tropezaba con una devota escrupulosa, viva y ardiente como la marquesa de Alcudia, el buen escolapio apretaba de firme las clavijas, se mostraba exigente, tiránico, entraba en los últimos pormenores de la vida doméstica y los reglamentaba. En casa de Alcudia no se daba un paso sin su anuencia.

Era de todo punto una mujer concienzuda y escrupulosa. Ponía tal ardor en cumplir sus deberes, que la vida parecía no presentárselos con tanta frecuencia, cuando no se levantaba a las cuatro y media de la mañana. Eso disminuía, es cierto, las tareas de las horas que seguían, y este inconveniente representaba para ella un problema que constantemente trataba de resolver.

Era la duquesa mujer muy discreta, nada escrupulosa, conocía a Madrid palmo a palmo y escuchábala Butrón como a un oráculo en todo lo referente a guerra femenil de intriguillas y abanicazos.

Bernardino tenía aspiraciones, una conciencia poco escrupulosa, entendimiento claro y audacia, sobre todo audacia; con esto y la suerte de por medio, se va siempre lejos.

Con qué vehemencia, con qué política, con qué exacta disciplina, con qué valor indomable, con qué abnegación, con qué olvido de los más queridos lazos de amistad y parentesco, con qué intensa y firme devoción á un fin único, con qué poco escrupulosa laxitud y versatilidad en la elección de los medios riñeron los jesuítas la batalla de su Iglesia, está escrito en cada página de los anales de Europa, durante muchas generaciones.