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Actualizado: 7 de junio de 2025


Así, poco más ó menos, éramos nosotras en el tiempo de los emperadores. Los hombres, para sostener su despotismo, ensalzaban los méritos de la mujer recluida en la casa, llevando una existencia de esclava y administrando con economía la fortuna del marido.

Ayer el almendro cargado de flores Estaba, mas vino furioso huracan, Y hoy roto y marchito, sin flores, sin hojas, Se ofrece á los rayos del gran luminar. Ayer á mi patria miré que gozaba Los bienes preciosos de paz é igualdad, Y hoy veo que esclava, y en sangre revuelta Se ofrece á los rayos del gran luminar.

Tengo noticia que en Santa Fe y Corrientes, y aun dentro de los mismos pueblos, está sucediendo que los curas han casado indios con negras y mulatas esclavas, y, como las leyes previenen que la mujer del indio y sus hijos sean del pueblo de él, y por otra parte la esclava debe seguir a su amo y los hijos son esclavos, no cómo pueda componerse esto; al mismo tiempo el indio habrá de seguir a la mujer, y entonces se perjudican los reales tributos, y el pueblo con su falta y la de la posteridad; y me parece que éste es un punto que pide remedio.

Aprendería el castellano para saborear las obras de Ojeda, que indudablemente era un genio. Se lo decía su amor. Cuando viviesen juntos, entraría de puntillas en su estudio, permaneciendo detrás de él en amorosa contemplación, como una esclava.

Pero dijo la condesa con cólera mal contenida , si la casualidad hiciera que yo no heredase los bienes de Elena, seguiría siendo, sin embargo, vuestra deudora. Ya me habéis hecho vuestra esclava exigiéndome un primer escrito. No me he de poner por segunda vez bajo vuestra dependencia. Mathys se levantó para retirarse y repitió con amarga sonrisa: Está bien, señora.

El justo inalienable derecho que te asiste palabra vana es sólo, sarcasmo, burla cruel; la justicia es quimera para tu suerte triste; esclava, y sin embargo ser reina mereciste; goces das al verdugo que en cambio te hiel.

Nosotros, marinos viejos, marinos galantes, la celebrábamos de reina y no la admiramos de esclava. Seguramente, no; el mar entonces no era tan bueno como hoy, ni tan pacífico; pero más hermoso, más pintoresco, un poco más joven. La belleza del mundo y del mar dependía en gran parte de su rutina y de su inmovilidad.

Yo soy como Dios me crió... y usted también... Pero no he de estar hecha una esclava todo el santo día al pie del fogón, sin poder disponer de un minuto... Bueno... bueno... bueno: entonces me quedaré en casa... no hay nada perdido, mujer. No, señor, no; váyase con el sobrino de paseo, que aquí queda la esclava tostándose la piel, hasta que al señor se le antoje sacarla del fuego.

Desde su adolescencia había odiado á la hija de doña Mercedes por su orgullo, por la superioridad aplastante que conservaba aun en esos momentos de amor en los que casi todas las mujeres se empequeñecen voluntariamente para refugiarse, como una esclava feliz, en los brazos del hombre. Ella sólo sabía dar su cuerpo en forma de limosna altanera, lo mismo que una diosa.

En él, cada uno quiere, por medio del otro, alcanzar un fin personal; pero siendo el amor y el matrimonio la más espiritual combinación de egoísmos, la excesiva esclavitud o sometimiento de uno de los dos, refluye sobre el otro, en virtud de la fusión de las almas; de manera que tanto siente la esclavitud la esclava como la esclavizadora.

Palabra del Dia

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