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Sobre el suelo de Manhattan parece que va a verse surgir de pronto un colosal Tío Samuel, que llama a los pueblos todos a un inaudito remate, y que el martillo del rematador cae sobre cúpulas y techumbres produciendo un ensordecedor trueno metálico.

Al través del ruido ensordecedor del tren, dijérase que se oían en aquella pintoresca solana remotos gorjeos de aves y argentino repiquetear de esquilas.

En esta época el cielo se cubre de parduzcas nubes, que luchando entre , efecto de sus encontrados fluídos, se desgarran con ensordecedor estruendo y continuado relampaguear, sembrando el terror en los habitantes, que á veces perecen á los efectos mortíferos del rayo.

El médico, una vez satisfecha su curiosidad, miraba á los obreros negros y recocidos por aquella temperatura de infierno, atolondrados por el ruido ensordecedor, sudando copiosamente, teniendo que remover pesadísimas masas en una atmósfera que apenas permitía la respiración. Aresti comprendía ahora la injusticia con que había censurado muchas veces el alcoholismo de aquellas pobres gentes.

Reinaba en el caserón un estrépito de trabajo ensordecedor y fatigoso para las hijas de la huerta, acostumbradas á la calma de la inmensa llanura, donde la voz se transmite á enormes distancias.

La rumorosa capital parecía descansar a la sazón; su ensordecedor ruido había cedido el paso a ese murmullo apagado y armonioso que por lo incesante parece la respiración de la ciudad dormida. Allá, al extremo del jardín, cantaba un ruiseñor cuyos acentos suaves y melodiosos al principio convertíanse de pronto en brillante cascada de notas claras y agudas.

Es allí donde Londres se revela con toda su evidencia, al través de su ruido ensordecedor, á los ojos del viajero que observa y medita sin preocupacion.

Y de pronto, como cuerpo muerto que un obstáculo fortuito ha detenido en su caída y rueda al abismo así que la valla cede y se rompe, las vitalicias se vinieron abajo estrepitosamente, dando rebotes sobre los puntos; y el oro alzó el vuelo y se plantó en el 350, sacudiendo sus alas orgullosas. Un clamor terrible se oyó, prolongado, ensordecedor.

Detuvo el carro que chirriaba de un modo ensordecedor, y delante de los bueyes, apoyado con entrambas manos en la vara larga que traía para aguijarlos, escuchó sonriente y benévolo la proposición de los de Entralgo. Por ya sabéis que no se queda nada. Subid á la Braña, y si mi primo Nolo está conforme, yo también lo estoy.