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Actualizado: 10 de junio de 2025


A D. Pepito, que quería enseñarme el guaraní ¿cómo no había yo en pago de enseñarle un poco de lo que sabía? De aquí que, cuando él no me hablaba de su amor, y a menudo para distraerle e impedir que me hablase, solía yo darle lecciones y contarle historias.

Difícil de vencer era mi tentación. El mal disimulado asombro con que D. Pepito me miraba hacía mi tentación más fuerte. D. Pepito veía en el sobrenatural y más complicado producto de esa civilización de noventa siglos de que él quería apoderarse. Yo era para él como resumen y compendio de todas las ciencias, artes e industrias. Algo como enciclopedia viva. Entendió D. Pepito que si llegaba a entenderme y a saberme a , todo lo entendería y lo sabría. Y persuadido de esto, él me lo explicaba a su manera, y yo me sentía muy lisonjeada cuando él me lo explicaba. Sus explicaciones eran por lo común en castellano, pero de vez en cuando se empeñaba él en dármelas en guaraní. Yo no comprendía palabra, y él, entonces, quería enseñarme su lengua, asegurándome que para tratar de no pocos asuntos y sobre todo para el amor era mil veces más expresiva y eficaz que el habla de Castilla. Para complacerle le solía yo pedir que me dijese algo en guaraní y hasta que me enseñase a contestarle.

Pero vamos á ver, dijo Roger. ¿Cómo es que el soldado no lleva ahora consigo las herramientas de su oficio? Y Tristán ¿qué haces con arco, espada y casco en tiempo de paz? Te diré. Es un juego que el amigo Simón se empeñó en enseñarme. Y el bribón resultó maestro, gruñó el arquero. Me ha desplumado como si hubiese caído en manos de los ballesteros del rey de Francia.

Tarlein apenas habló y cabalgaba como si estuviera dormido; pero Sarto, sin dedicar una sola palabra más al Rey, empezó a instruirme desde luego en mil cosas que necesitaba saber, a enseñarme minuciosamente todo lo relativo a mi vida pasada, a mi familia, mis gustos, ocupaciones, defectos, amigos y servidores.

Y la lógica mas elemental le hace comprender al pueblo que lo que se deja de hacer, ó está mal hecho, en cualquier asunto de interes social, tiene que ser atribuido á la incapacidad, la malevolencia, el egoísmo ó la avaricia del mismo gobierno. Confieso que los seis ó siete labriegos castellanos me hicieron el servicio, sin intencion, enseñarme algunas verdades ó confirmarme en ellas.

Palabra del Dia

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