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Actualizado: 19 de octubre de 2025
El gobierno surgido de la revolución deseaba dos cosas á la vez: hacer unas elecciones que pareciesen legales y sacar triunfante de ellas al candidato que tenía escogido, y á nadie más. Varios generales se presentaban también como candidatos, amenazando con hacer una revolución si no salían triunfantes.
Ya se comprende que esta unanimidad daba a Villalegre, en todas las elecciones, la más extraordinaria preponderancia.
Lo esencial, pues, es lograr la victoria con gran mayoría, y hacer ver que D. Paco es un trasto a mi lado». A este fin no quedó medio que D. Acisclo no emplease. Las elecciones debían ser en el otoño, y durante el verano vivió D. Acisclo en una fiebre de actividad. Recorrió a caballo todos los pueblos del distrito, que eran siete, ganando votos para su protegido y quitando parciales a D. Paco.
Libraba del servicio militar a mozos sanos y fuertes; cubría las trampas de los ayuntamientos que le eran adictos, aunque merecieran ir a presidio; lograba que la guardia civil no persiguiera con mucho encono a los roders que, por un escopetazo certero en tiempo de elecciones, iban fugitivos por los montes; y en todo el contorno nadie se movía sin la voluntad de don Ramón, al que los suyos llamaban con respeto el quefe.
En 24 horas, que por cierto no han alterado nada ni en la naturaleza, ni en la sociedad, la filosofía de Eugenio ha recorrido un espacio inmenso, para volver como los astros, al mismo punto de donde partiera. Don Marcelino. Sus cambios políticos. Don Marcelino acaba de salir de unas elecciones, en que los partidos han luchado en tremenda batalla.
En época de elecciones, ¿quién no siente el anhelo de un partido político, un partido cariñoso que le dé un distrito así como le daría un caldo la tierna esposa? Al salir a la calle y coger su sombrero, su bastón y sus guantes, uno tiene estos días la sensación de que le falta algo todavía, y lo que le falta es un distrito.
En el Bajo Saona soy el campeón de las ideas avanzadas; los republicanos cuentan siempre conmigo; recibí proposiciones de Fumeux. ¿No lo conoce usted? EL JUEZ. No. ELOY. Es el boticario de Bizons-les-Dames, un agente de la reacción, a quien derroté en las elecciones de mil novecientos catorce. Este me dijo: «Genvrain: ¿quiere usted figurar conmigo en la lista de candidatos?
Esto que hemos tenido ocasión de observarlo muchas veces, cuando más se acentúa es al aproximarse las elecciones municipales. Desgraciado del que intente ocupar un puesto en la principalía, si no tiene registrada su partida de bautismo en la iglesia del pueblo, y la fosa de sus mayores en su cementerio.
Y así preparaba las elecciones, buscando votos para un porvenir lejano, según frase picaresca de D. Cayetano Ripamilán, siempre dispuesto a perdonar esta clase de extravíos. La tertulia de la Marquesa veía el cielo abierto en cuanto el tiempo se metía en agua.
Sin duda hablaban de algo importante, porque la plática fue larga. Una hora o algo más corrió desde que encendieron la luz hasta que las maderas se cerraron, quedando la casa silenciosa, torva y sombría como quien oculta algún negro secreto. La persona en quien se notó mayor sentimiento por la pérdida de las elecciones fue Nucha.
Palabra del Dia
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