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Y empezando por dudarlo mucho, acabó por enjaretar este documento, precioso por su espontaneidad: «Señor don Fulano de Tal. »Madrid.

Leyó un día en la Gaceta, y al pie de un documento de alta procedencia, un nombre que le sonó á muy conocido.

La familia sintió miedo al contemplar el voluminoso documento. ¿Qué disposiciones terribles habría dictado Madariaga? La lectura de la primera parte tranquilizó á Karl y Elena.

Marta se pasó la mano por la cabeza, fingiendo torturar su espíritu, buscando una idea que pudiera salvarlos. De pronto se puso de pie lanzando un grito de alegría. ¡Dios sea loado! exclamó . Conozco un medio infalible para engañarla y burlar sus tentativas. Dadme el documento, Mathys; lo coseré al fondo de mi falda.

Hostigada por el miedo, por el mortal convencimiento de que Mathys aparecería para que le devolviera el documento, calculé, inclinando la cabeza en la ventana, la altura del salto que tendría que dar para escapar de aquel peligro inminente.

Cavilaba si ese documento, dedicado a ella solamente, escrito por el que no existía ya, y que había destruido la noche anterior, no tendría alguna conexión con el secreto de Herberto Hales. En verdad, cualquiera que fuese la índole de lo que ese hombre sabía, el hecho es que era tan poderoso su secreto, que la obligaba a venir de Londres para arreglar con él, si era posible, las condiciones.

Y no por eso es grosero ó descortes, pues cuando no se trata de negocios se muestra cordial, expansivo y locuaz. Si vais á su casa, le hallareis hospitalario, generoso y fino, con tal que lo merezcais. Con excepcion de los asuntos que exigen absolutamente escritura para su validez, el Catalan hace sus negocios de palabra, y un asentimiento cualquiera vale mas que el mejor documento.

En cuanto a papel, Isidro, que deseaba hojas de pergamino con cantos dorados para este documento destinado a larga vida, tuvo que contentarse con un bloque de hojas comerciales llevando en un ángulo el membrete del establecimiento: «Frutos López.

De la situación de aquellas desgraciadas, muchas de las cuales tenían consigo á sus hijos, de cierta edad y de pecho algunos, da idea un curiosísimo documento inédito hasta ahora, prueba irrecusable de lo que era el tribunal de la fe.

Sea como sea dijo Juanita , agradezco a ustedes mucho el favor que me hacen. Y guardándose en la faltriquera el otro documento después de haberío leído y estimado que estaba bien, se despidió de los mercaderes y se fue a su casa. Arrebatado yo por la corriente de los sucesos, por la importancia que les doy y por la rapidez con que quiero narrarlos, he descuidado la cronología.