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Por otra parte, las gentes empezaban á murmurar que la Gringuita tenía un novio. Era un joven de la localidad, que rivalizaba con Sandoval en la confección de versos «á la moderna» y además hacía discursos contra el gobierno.

Por lo mismo que vas a ser clérigo y que no podrás bailar ni enamorar en las reuniones, necesitas jugar al tresillo. Si no, ¿qué vas a hacer, desdichado? A estos y otros discursos por el estilo he tenido que rendirme, y mi padre me está enseñando en casa a jugar al tresillo, para que, no bien lo sepa, lo juegue en la tertulia de Pepita.

El pueblo había recogido la corona arrojada en un rincón del Palacio y se la había puesto sobre sus sienes duras. ¡Bien, bien, bien! Y se aplaudió a misma, se palmoteó con esas manos inmateriales, que para apoyar sus discursos tiene el corazón. ¡Pleito! Esta palabra, anunciadora de una gran idea, se le quedó fija en la mente desde entonces, como grabada en fuego.

No si me explico bien. Perfectamente. Sus cavilaciones no acaban nunca. Yo me asombro de oírle y del meollo y agudeza de sus discursos. Creo que su sabiduría está llena de mil errores por la falta de método y por el desconocimiento del mundo visible. No puede ser de otra manera.

No podemos llamarles lechuguinos netos; pero tampoco podía decirse de ellos que carecían de toda distinción y elegancia. Eran amigos íntimos, que compartían sus fatigas y sus goces, las fatigas de la pobreza estudiantil y loa goces del aura popular, conquistada con artículos de periódicos y discursos en el club.

Es cosa vista... salvo siempre, y por supuesto, los altos designios de DiosPalabra por palabra, éste era el tema de muchas, de muchísimas peroraciones, casi discursos, del menor de los Bermúdez Peleches, del solar de Peleches, término municipal de Villavieja.

El joven poeta, Miquis y el hijo del ortopédico alborotaban también, el primero con sus discursos, el segundo con sus cantorrios de tangos y malagueñas. Después se hizo una grande y solemne pausa, porque Berande, a ruegos de todos, iba a recitar versos.

De la existencia de este mundo interno que resulta del conjunto de las escenas ofrecidas por las sensaciones, ¿podemos inferir la existencia de un mundo externo? No se trata aquí de la práctica sino de la teoría: esta cuestion únicamente se refiere á las fuerzas del raciocinio, á la voz de la naturaleza: voz mas fuerte que todos los discursos, y á que nos es imposible resistir.

Recordaba también a su padre, imponente personaje triunfador en el Parlamento durante veinte años por la corrección con que sabía llevar la levita así como por sus discursos solemnes, que duraban tardes enteras ante los escaños vacíos.

Le encontré mucho mejor de lo que esperaba; es ya cuatro dedos más alto que yo, está algo flaco y pálido; parece un buen muchacho: los jesuitas, sus maestros, se admiran de sus facultades; ha venido cargado de coronas, premios, discursos en latín y en francés, versiones y poesías latinas y... a pesar de todo, es modesto sin petulancia alguna.