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Actualizado: 6 de mayo de 2025
Solo que como hay flores de delicado y fuerte perfume, flores que matan y flores que consuelan, en las canastillas de nuestro teatro tambien se aspiran perfumes parecidos, se oyen diálogos, conversaciones, frases que pican ó corroen.
Al principio creía en sus amenazas, en sus cóleras, en sus penas y hasta en sus súplicas, pero después me convencí de la realidad comedia pura y al cabo de dos o tres días oía los diálogos con curiosidad, pero sin interesarme mayormente ni por el asunto ni por quienes lo trataban.
Así se observa primero en los diálogos del presbítero, diácono y pueblo, y después en las antífonas y responsos, en los cuales un solo cantor entona un versículo, respondiendo luego dos coros alternados que cantan el salmo, repetido al fin por todos los fieles.
No siempre corresponde tampoco el lugar de la acción en Las Comedias de teatro á la idea que de él nos formamos, y así consta de los diálogos, en que los personajes, al salir á la escena, aluden á la localidad en donde se hallan, puesto que tales explicaciones serían inútiles por completo, si los espectadores tuviesen á aquélla ante la vista.
Invitele a que se sentara, lo cual hizo en la punta de una silla, como que no quería abusar de mi buena crianza, poniendo su sombrero debajo de una mesa a modo de florero o de escupidera. ¿Y qué es el caso? le pregunté; porque ha de advertir el lector que yo me perezco por los diálogos.
Toda la esencia de su vivir lamentable, todos los sueños de su cabeza visionaria. Pero la gente no compró sus libros. En inmensas pilas de papel se amontonaban en casa del librero Pueyo, el editor romántico de la épica nariz. También ha muerto el pobre librero sentimental, y puede que sigan ambos devanando en el espacio sus diálogos pintorescos.
Y como esto rara vez se consigue, resultan los diálogos llenos de amaneramiento, de falsedad y de disonancia.
Es, sin embargo, más verosímil que los cantores ambulantes se esforzaban solos en impresionar á su auditorio con sus narraciones, acompañándolas con animados gestos, y variando el tono y las modulaciones de la voz cuando llegaban los diálogos.
Retrocedían los polizontes sin dejar de hacer frente al formidable empellón, al mismo tiempo que, por la fuerza de la costumbre, llevaban la mano al sable y comenzaban a extraerlo de la vaina antes de que lo mandase el jefe. Muchos de ellos parecían quejarse con los ojos de la pérdida de tiempo que suponían los diálogos del capitán con los manifestantes. ¿Qué hacían que no pegaban?
Tratando de hacerse agradable a Margarita, parecía solicitar la venia para otros diálogos en que de antemano era la plática tenida por más dulce y amena, pues Josefina cada vez se le mostraba más propicia. Era la vez primera que Josefina escuchaba con gusto las frases galantes y las palabras cariñosas de un hombre.
Palabra del Dia
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