Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 22 de julio de 2025
Enfrente de la mesa, un banco conventual y tres sillas desvencijadas, para los clientes que esperaban audiencia. Las paredes blanqueadas con cal, el piso ladrillado y sucio. ¡Qué falta hacían allí unas escupideras! Tenía mejor aspecto el gabinete de Castro Pérez. Paredes, piso y techo iguales a los de la otra pieza.
¿Por qué los don Periquitos que todo lo desprecian en el año 33, no vuelven los ojos a mirar atrás, o no preguntan a sus papás del tiempo que no está tan distante de nosotros, en que no se conocía en la corte más botillería que la de Canosa, ni más bebida que la leche helada; en que no había más caminos en España que el del cielo; en que no existían más posadas que las descritas por Moratín en el Sí de las Niñas, con las sillas desvencijadas y las estampas del Hijo Pródigo, o las malhadadas ventas para caminantes asendereados; en que no corrían más carruajes que las galeras y carromatos catalanes; en que los chorizos y polacos repartían a naranjazos los premios al talento dramático, y llevaba el público al teatro la bota y la merienda para pasar a tragos la representación de las comedias de figurón y dramas de Comella; en que no se conocía más ópera que el Marlborough o Mambruc, como dice el vulgo, cantado a la guitarra; en que no se leía más periódico que el Diario de Avisos, y en fin... en que...
Muchos de mis lectores se acordarán, como yo me acuerdo, de su negro y desigual pavimento, de sus edificios que se reducían á cuatro ó cinco fraguas mezquinas y algunas desvencijadas barracas que servían de depósitos de alquitrán y brea; de sus montones de escombros, anclotes, mástiles, maderas de todas especies y jarcia vieja; y, por último, de los seres que respiraban constantemente su atmósfera pegajosa y denegrida siempre con el humo de las carenas.
Consagrada durante seis años a tirar un periódico rojo, subsistía en ella un resto, un dejo de la fiebre literaria que por tanto tiempo estuvo pasando entre sus rodillos y su tambor. Las cajas, donde yacía en pedazos de plomo el caos de la palabra humana, eran desvencijadas, polvorientas y sudaban tinta.
Unos se sentaban en desvencijadas sillas, otros de pie sobre las mesas haciendo de estas tribuna, se adiestraban en el ejercicio parlamentario; algunos disputaban furiosamente en los rincones, y no faltaba quien en las rodillas o sobre el breve espacio de mesa que dejaban libre los pies de los oradores, emborronaba cuartillas.
Palabra del Dia
Otros Mirando