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Admiro mucho a la amiga Guillermina; pero no la puedo imitar». Feijoo expuso sobre aquel tema de la filantropía algunas consideraciones muy sesudas, y despidiose, dando a cada una de las señoras un fuerte apretón de manos. Aquella noche notó Fortunata en su marido algo que la puso en cuidado.

Rompimiento... Le ha dado otra vez el canuto ese bergante decía D. Evaristo . Si no es más que eso, la trinquetada pasará. Despidiose hasta el día siguiente, y la dolorida se acostó diciendo a la criada mientras la ayudaba a desnudarse: «Honrada soy, y lo he sido siempre. ¿Qué?... ¿lo dudas ?».

Tendremos aquí un espadachín temible. Luego, tira usted con mucha rabia... En efecto; yo tiraba con rabia, con verdadero afán de acribillarle. Por la noche fuimos a casa de doña Flora; pero lord Gray, a poco de llegar, despidiose diciendo que volvería. La sala estaba bien iluminada, pero aún no muy llena de gente, por ser temprano.

Era ya casi de noche, y en la sacristanesca pieza oscura cada uno de los personajes veía a su interlocutor como si fuera su propia sombra. Levantose Salvador de su asiento y despidiose del guerrillero con esta lacónica frase: Adiós. No te buscaré. Si llegas alguna vez a mi puerta, según como llames a ella te responderé.

La distracción aumentaba de tal modo, que Cecilia tuvo que repetirle tres veces la misma pregunta: ¿Que tienes? Parece que estás con el pensamiento en otra parte. En efecto dijo él un poco colorado; me acuerdo de que hoy tengo que escribir a Londres para un negocio urgente... Además, ya son cerca de las seis. Despidióse de ella, después de doña Paulina y la tertulia, y se fué.

Despidióse éste, y al abrir la puerta para marcharse, lo detuvo el Padre Hurtado diciéndole: Espere un momento, hermano. Abandonó su escritorio, mojó dos dedos en una pila de agua bendita que colgaba en la pared, y tocó con ellos la mano del obrero, diciéndole cariñosamente; ¡Vaya con Dios!

Luego concertaron ambas dar una sorpresa a la sociedad laciense. Fernanda se presentaría aquella noche sin previo anuncio en la tertulia de Quiñones. Una alegría infantil se apoderó de ambas con este proyecto. Así que le dieron forma, despidiose Emilita, prometiendo volver enseguida a buscar a su amiga.

Despidióse Elvira de su hijo sin decir cuándo ni adónde iba, y el rector del colegio, que conocía a fondo todas las pesadumbres de la dama, quedó encargado de no permitir que el niño recibiese otra visita que la de la marquesa de Villasis durante la corta ausencia de su madre.

Pero siempre iba en primavera.... ¿Con este tiempo ha de salir de casa?... ¿No oye cómo «suena la nube»?... Habrá temporal.... El viento levanta tolvaneras por esos caminos.... ¿Tanta prisa tiene por marchar?... Prisa tengo, mujer; no puedo esperar ni un solo día.... Rita, convencida de la decisión del joven interrogó con blandura: ¿Despidióse de la niña?

¿Y no lo sabe?... ¡No se haga usted más tonta de lo que es! indicó D. Evaristo arrugando también su nariz. Pues nos haremos pléiticas dijo la señora de Rubín, ridiculizando la palabra para ridiculizar la idea. Poco más duró aquella visita, porque el señor de Feijoo no quería molestar. Despidiose, prometiendo volver pronto.