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Actualizado: 5 de mayo de 2025
Puede decirse empero, á este respecto, que los Jesuitas dejaron ir muy léjos á los fanáticos Moxos, sometiéndolos á ese régimen severo, reservado únicamente para el claustro.
Pasa un año: la separación fue sin decirse «hasta la vista»: se produce un reencuentro inesperado: y durante ese tiempo la amistad ha hecho en nosotros tales progresos que todas las barreras han caído, todas las precauciones han desaparecido.
Antoñita se preocupaba de él casi exclusivamente, y le trataba con más intimidad que a los otros, al paso que colocaba en segundo lugar a Felipe; y por lo que toca a Amaury casi no podría decirse que fuese el tercero en la serie de las preferencias de Antoñita, por lo que el grave tutor juzgó que era impertinente semejante conducta, y a la quinta noche, aprovechando un momento de general distracción, acercose a Antoñita, y en voz baja y con amargo acento le dijo: ¿Sabe usted, Antonia, que manifiesta honrar con muy poca confianza a un amigo y a un hermano, ya que tal me considero?
La marquesa culpa de esta singularidad, que no la desagradó, a la caprichosa y siempre impenetrable Leticia. El hecho es que de allí salieron, como pudieron haber salido de otro punto cualquiera, y que nunca como entonces pudo decirse con mayores visos de verdad, que por donde iban no dejaban títere con cabeza.
Esto, no alcanzo de qué manera se podrá conseguir, si en vez de decirse: el amor de Dios es la misma moralidad; se dijese: el amor de Dios es un acto moral, distinguiendo entre el amor y la moralidad.
Si concibiésemos el tiempo como una cosa existente por sí misma, como una especie de línea prolongada hasta lo infinito, forma de todas las cosas, pero distinta de todas ellas; como una especie de capacidad vaga en la cual se pudieran colocar los seres sucesivos, á la manera que situamos en el espacio los coexistentes; entonces la idea del tiempo no se explicaria por el principio de contradiccion, y solo podria decirse que este se completa con aquella.
Andrés asió de su pan y queso, y, viendo que nadie le daba otra cosa, abajó su cabeza y tomó el camino en las manos, como suele decirse.
Mas en lo que toca al cumplimiento de las tareas que estaban encomendadas á su cuidado, bien puede decirse que ningún perro le ponía el pie delante. Era esclavo de sus deberes.
Habrá quizás extrañado que la Nueva Revista de Buenos Aires haya guardado silencio sobre su último libro, tanto más cuanto que ¡rara casualidad! a pesar de ser el señor Cané conocidísimo entre nosotros, jamás lo ha sido, puede decirse, sino de vista por el que esto escribe.
El otro tampoco osaba dar un paso. Estaban los dos inmóviles, sin saber qué decirse, cuando apareció Robledo. Debía estar rondando desde mucho antes por las inmediaciones de la casa para adquirir noticias. Al reconocer á Canterac le miró con una expresión interrogante. ¿Y el otro?... Inclinó la cabeza Canterac y el marqués hizo un gesto doloroso que reveló á Robledo todo lo ocurrido.
Palabra del Dia
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