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Actualizado: 22 de mayo de 2025


Mas ellos no curaron#, y fueronše uno

De Radamisto hijo de Tarasmanes rey de Iberia nos cuenta Tacito un suceso semejante, cuando huyendo con su mujer Cenobia en sendos caballos junto al rio Arajes, viéndola rendida por estar preñada, y temiendo que no llegase á manos de su enemigo ofendido, prenda en quien pudiese con grande mengua y afrenta suya vengarse, le dió cinco heridas, y la echó en el rio: pero Cenobia tuvo diferente fin que la mujer del Masageta, porque unos villanos la sacaron del rio, la curaron, y entregaron al rey Tiridates enemigo de Radamisto.

-Aquí las he -respondió la dueña- con este buen hombre, que me ha pedido encarecidamente que vaya a poner en la caballeriza a un asno suyo que está a la puerta del castillo, trayéndome por ejemplo que así lo hicieron no dónde, que unas damas curaron a un tal Lanzarote, y unas dueñas a su rocino, y, sobre todo, por buen término me ha llamado vieja.

10 Por tanto, daré a otros sus mujeres, y sus heredades a quien las heredará, porque desde el chico hasta el grande cada uno sigue la avaricia; desde el profeta hasta el sacerdote todos hacen engaño. 11 Y curaron el quebrantamiento de la hija de mi pueblo con liviandad, diciendo: Paz, paz; y no hay paz.

Sacaron á Celso de su cepo, le curaron con sal y vinagre algunos arañazos y cuando le hubieron enviado á la cama y vieron sosegada á la abuela se volvieron á casa. Martinán el filósofo. Los anhelos del sobrino de D. Félix caminaban con paso rápido hacia su realización. El valle de Laviana se trasformaba.

Tras ellos la victoria van gozosos Los bárbaros, siguiendo grande trecho: Como corderos mansos temerosos, Los nuestros el huir por gran provecho Juzgaban: mas los indios codiciosos Del interes, curaron muy de hecho A partido venir con los cristianos, Y así se les hinchieron bien las manos.

Luego el maestre de la nao, cuya era la guardia, salió; y díjoles el Almirante á él y á los otros que halasen el batel que traían por popa, y tomasen un ancla y la echasen por popa, y él con otros muchos saltaron en el batel, y pensaba el Almirante que hacían lo que les había mandado; ellos no curaron sino de huir á la carabela que estaba á barlovento media legua.

Conduxo la gente á Zadig á la casa de cabildo, donde primero le curáron la herida, y luego tomáron separadamente declaracion á él y á su criado para averiguar la verdad, de la qual resultó notorio que no era asesino; pero habiendo derramado la sangre de un hombre, le condenaba la ley á ser esclavo.

Palabra del Dia

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