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Al principio pedía agua con voz angustiosa por debajo de la puerta. Después ya no quiso suplicar, conociendo de antemano la respuesta: Era un tormento calculado: le ofrecían agua cuanta quisiera, pero luego que delatase los nombres de los culpables, afirmando lo que no sabía.

Una antigua oficiala de Emma, que tiene relaciones con el director de un diario importante, protege á Farjolle, que se dedica al periodismo. Entretanto, Emma burla á su marido con Vélard, que también ayuda á Farjolle. Este lo sabe, y acompañado de un comisario, sorprende á los culpables en delito flagrante de infidelidad.

Como el vulgo se paga de todo lo peregrino i estravagante, dió en la tema de esparcir como acciones que comunmente ejecutaban los judíos un tan bárbaro divertimiento; i de aquí nació sin duda que á los oidos del rei don Alfonso el Sabio llegó la fama de estas novelerías, i por no dejar sin la merecida pena á los culpables, si acaso existian, habló de los autores de tales delitos en la manera i forma que van sucintamente referidas.

Las cuatro hijas rezaban siempre en un mismo sitio, bajo la mirada persistente de su madre. Á la más leve distracción, al más insignificante descuido, la madre gritaba con aspereza: «¡Matilde!... ¡Laura! ¿queréis estaros quietas?» D. Álvaro entonces interrumpía un instante su paseo, callaba, y dirigía á las culpables una mirada precursora de algún castigo.

Entonces apareció por el arco del convento de San Francisco un gran número de frailes en procesión con velas encendidas, llevando en alto un crucifijo, y los cuales, venciendo la resistencia de los soldados, se abrieron paso con dificultad y subieron al tablado con priesa, arrodillándose ante el sastre pidiéndole con sentidas expresiones que perdonara á los culpables.

Pensadlo bien... Seríamos mil veces más culpables que otros, nos envileceríamos... ¿No es verdad? Quedémonos, pues, donde estamos... Os amaré más, os estimaré, os bendeciré, amigo mío, desde el fondo de mi alma, y, ahora, adiós, querido imbécil. Escribidme. Era así como se fortalecían mutuamente cuando se sentían débiles.

El Salvador del mundo admira á cuantos le oyen, con la divina hermosura de su moral, con el maravilloso raudal de sabiduría y de amor que fluye de sus labios augustos; los pueblos se agolpan para verle, y él pasa haciendo bien; afable con los pequeños, compasivo con los desgraciados, indulgente con los culpables, derrama á manos llenas los tesoros de su omnipotencia y de su amor; solo pronuncia palabras de dulzura y perdon: diríase que reserva el lenguaje de una indignacion santa y terrible para confundir á los hipócritas.

Sentí otra vez un dolor en el corazón, como si mi conducta hacia mi hermana fuera falsa y cruel. Y continué devanándome los sesos hasta que vi claramente que sólo las cartas eran culpables. «¿No es por su bien por lo que escribo y por lo que guardo silenciome pregunté. Pero mi conciencia no se dejó seducir. No.

Lee todavía con delirio a los escritores ardientes, y en las novelas simpatiza sin vacilar con las heroínas culpables; pero generalmente rehuye la sola suposición de una relación ilícita en la vida misma. Para esta resignada y piadosa criatura, el pecado es un fantasma sombrío que la asusta. Es preciso que concurran circunstancias singularmente favorables para que de pronto lo arrostre.

Ha sido mi hijo gravemente herido en desafío con el coronel Hugo; ¡tiemblo tanto por su alma como por su vida! yo no quién tendrá razón de entre los dos, pero a los ojos de Dios ambos son culpables; procuraré que Alfonso se arrepienta de la falta cometida; la vida sólo Dios puede quitarla y, es un pecado gravísimo el que los hombres cometen cuando atentan a ella.