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Actualizado: 28 de julio de 2025
Si estoy tan cuerdo, que me sobra cordura para darla a muchos que por cuerdos pasan».
»Todas estas razones del licenciado escuchó otro loco que estaba en otra jaula, frontero de la del furioso, y, levantándose de una estera vieja donde estaba echado y desnudo en cueros, preguntó a grandes voces quién era el que se iba sano y cuerdo.
Después comenzó a poner en práctica un plan que días atrás se le había ocurrido, diciéndole: ¿Conque va Vd. a consumir un turno con motivo de ese proyecto de Fomento? ¿Desea Vd. que le busque antecedentes? Ya es público que intervendrá Vd. en el debate. Gracias, gracias; aún no estoy decidido. Aquel hombre, discreto y cuerdo en todos los actos de su vida íntima, sintió una turbación indefinible.
¿Juicio...? Ya lo tengo, ya lo tengo. ¿Pues acaso he perdido yo alguna vez ni tanto así del juicio? ¡Quia! Nada en gracia de Dios. ¡Usted perder el juicio! Bueno va... Ello es que yo he dormido, amigo Ballester dijo Rubín con relativa serenidad levantándose . Lo que recuerdo ahora es que yo estaba cuerdo, más cuerdo que nadie, y de repente me entró el frenesí de matar. ¿Por qué, por qué fue?
Siguió su camino el carro, y don Quijote, Sancho y el del Verde Gabán prosiguieron el suyo. En todo este tiempo no había hablado palabra don Diego de Miranda, todo atento a mirar y a notar los hechos y palabras de don Quijote, pareciéndole que era un cuerdo loco y un loco que tiraba a cuerdo.
Y el buen señor, sincero y cuerdo en aquellos instantes, renegaba de la hora en que se resolvió a luchar en semejante terreno, y se acordaba del amor de su familia y de la paz de su hogar.
Miráronse unos a otros, admirados de las razones de don Quijote, y, aunque en duda, le quisieron creer; y una de las señales por donde conjeturaron se moría fue el haber vuelto con tanta facilidad de loco a cuerdo, porque a las ya dichas razones añadió otras muchas tan bien dichas, tan cristianas y con tanto concierto, que del todo les vino a quitar la duda, y a creer que estaba cuerdo.
-A fe, Sancho -dijo don Quijote-, que, a lo que parece, que no estás tú más cuerdo que yo. -No estoy tan loco -respondió Sancho-, mas estoy más colérico. Pero, dejando esto aparte, ¿qué es lo que ha de comer vuestra merced en tanto que yo vuelvo? ¿Ha de salir al camino, como Cardenio, a quitárselo a los pastores?
La figura de M. de Vignet no es muy notable; su fortuna es mediana; temí muchas veces cometer un disparate; ¡y he sido yo quien lo ha hecho todo! Rogué muchísimo a Dios que me diera acierto y que aclarase mis dudas, y veo ahora con satisfacción que todo lo que pueda llamarse verdaderamente cuerdo y razonable, se encuentra en este matrimonio.
Mas cuerdo fué el consejo que dió de apoderarse de la isla de Choelechel, cuyos resultados favorables calculó con bastante acierto: aunque se equivocase en la influencia que debia egercer esta ocupacion sobre el comercio de las provincias interiores, fundámdose en la union del Diamante con el Rio Negro.
Palabra del Dia
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