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Actualizado: 23 de noviembre de 2025


Treinta y tres contaba cuando en el año cuarenta asistió a la boda de la reina de Inglaterra, acompañando al enviado extraordinario de la corte de España, y los mismos tenía cuando, en 1853, presenció la de su sobrina Eugenia de Guzmán con el emperador Napoleón III; casamiento desigual, messa alianza humillante que reprobó en absoluto el tío Frasquito, por no satisfacerle de todo la prosapia de Bonaparte, y aunque nunca llegó a relegar al nuevo sobrino a la categoría de los espurios, tampoco consintió en designarle de otro modo que con el nombre de mi sobrino el conde consorte de Teba .

Un decoroso reparo la detuvo de repente: el caso era grave... Tenía ella cuarenta y cinco años, once el niño, la hora de la noche era avanzada. ¿Cómo entrar sola en su cuarto?... Miss Buteffull apagó la palmatoria.

3 Y fue, [que] a los cuarenta años, en el mes undécimo, al primero del mes, Moisés habló a los hijos de Israel conforme a todas las cosas que el SE

Había viejos para quienes con sus cuarenta y cinco años ya era siempre Dominguito; pero de todos los que a diario pasaban cerca del castillo de Trembles y reconocían en el segundo piso, a mano derecha, aquel cuarto que fue su habitación de niño adolescente, ni uno solo sospechaba, por cierto, el mundo de ideas y de sentimientos que le separaba de ellos.

No era muy vieja, aunque mostraba pasar de los cuarenta, pero fuerte, tiesa, nervuda y avellanada; la cual, viendo a su hija, y al paje a caballo, le dijo: ¿Qué es esto, niña? ¿Qué señor es éste? -Es un servidor de mi señora doña Teresa Panza -respondió el paje.

13 Después de él juzgó a Israel Abdón hijo de Hilel, piratonita. 14 Este tuvo cuarenta hijos y treinta nietos, que cabalgaban sobre setenta asnos; y juzgó a Israel ocho años. 15 Y murió Abdón hijo de Hilel, piratonita, y fue sepultado en Piratón, en la tierra de Efraín, en el monte de Amalec.

»Ahora, hasta papá me llama «Vuestra Gracia», y cuando hablan de entre ellos dicen siempre: «Su Gracia la Marquesita.» ¡Mi Gracia está muy agradecida a tanta gracia!... »El Conde lo he sabido hoy, es más joven que papá: tiene cuarenta y cuatro años. No si esto me agrada o me desagrada...» Una página blanca interrumpía el diario en este punto.

Era imposible evitar que entre cuarenta o cincuenta mujeres hubiese dos o tres que se pusieran al habla, aprovechando cualquier coyuntura oportuna en las varias ocupaciones de la casa.

Durante la primavera y el verano reuníanse los Cuarenta y cinco en el vestíbulo de la sociedad y parte de la calle, sentados en sillones de junco, a esperar los telegramas de las corridas. Creían poco en las opiniones de la prensa; además, necesitaban conocer las noticias antes de que saliesen en los periódicos.

Por su probidad como funcionario y su cultura excepcional, mereció el respeto de españoles y de filipinos. AL CUMPLIR CUARENTA A

Palabra del Dia

compungieron

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