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Actualizado: 10 de mayo de 2025
Torres, muy afectado por la dolencia de su amigo, expresó la esperanza de que no fuera cosa grave... El tenedor de libros de Mompous había tenido un ataque semejante, a la vista. «Nada; que estando un día escribiendo, se quedó ciego... Creyeron al principio que era gota serena; pero con diez días de venda y algunas medicinas se puso bueno, aunque siempre delicado.
Cuando, tanto él como su mujer, creyeron bastante borrados en sus personas los rastros de la taberna, tomó Simón letras sobre la capital de su provincia; y bien provistos de ropa los baúles, salió con Juana de Madrid, dejando muy recomendada a la niña en el colegio.
Finalmente un poco mas arriba de dicha confluencia, se presenta la mision de Santa-Ana, situada entre estos dos últimos rios, un cuarto de legua distante del Yacuma. En 1700, cuando los Jesuitas fundaban la mision de reyes, no léjos del rio Beni, creyeron conveniente formar al mismo tiempo la de Santa-Ana, para fomentar en lo posible la navegacion de aquel rio.
La última necesidad, como siempre acontece, les hizo resolver de atravesar toda la Provincia de Macedonia, y entrar en Thesalia, cuyos pueblos vivian sin recelo de sus espadas, porque creyeron que Macedonia, y las fuerzas que habian dentro de ella, fueran impenetrables muros para que los Catalanes los pudieran ofender.
23 Y estando en Jerusalén en la Pascua, en el día de la Fiesta, muchos creyeron en su nombre, viendo las señales que hacía. 24 Mas el mismo Jesús no se confiaba a sí mismo de ellos, porque él conocía a todos, 25 y no tenía necesidad que alguien le diese testimonio del hombre; porque él sabía lo que había en el hombre.
Pero yo nunca me he apasionado por este misterio de nuestra historia. Bien puede Enlame haber sido hombre, como creyeron los de su época. Una excepción no altera la regla, y reconozco que el débil sexo masculino es capaz de producir de tarde en tarde algún personaje célebre, sin que esto le saque de su inferioridad....
Consérvalo como recuerdo mío. Dicho esto, saltó a la piragua, hizo tender las velas y se dió a la mar saludando por última vez a sus amigos. El Capitán y sus compañeros, que no habían comprendido el significado de aquellas palabras, creyeron que aquellos paquetes contendrían regalos de poco valor; pero ¡cuál sería su sorpresa cuando, abiertos, vieron que estaban llenos de polvo de oro!
El gesto de inocente sorpresa que hizo al verlas a pie, confundidas entre la cursilería dominguera, fue una verdadera puñalada para las tres mujeres. Todo hería su susceptibilidad. Roberto del Campo, que iba con algunos amigos, las saludó con la más seductora de sus sonrisas; pero ellas creyeron distinguir en sus labios una irónica expresión.
Y, viéndose así, y que el sayo verde se le rasgaba, y pareciéndole que si aquel fiero animal allí allegaba le podía alcanzar, comenzó a dar tantos gritos y a pedir socorro con tanto ahínco, que todos los que le oían y no le veían creyeron que estaba entre los dientes de alguna fiera.
Ya puede comprenderse con cuánta alegría veían ambas mujeres la llegada del loco; era para ellas una verdadera calamidad. Ahora bien: aquel año, no habiendo vuelto Yégof, las dos hermanas le creyeron muerto, y se regocijaron con la idea de no verle más.
Palabra del Dia
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