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Actualizado: 3 de mayo de 2025
HUEVOS MOLES CON BIZCOCHOS. Se hacen huevos moles, cubriendo con parte de ellos el fondo de una fuente blanca; encima se coloca un bizcocho y otra capa de huevos; se corta en rajas, se cubre de almíbar, y con una pluma se baña con baño blanco o se adorna con merengue.
Dorotea, que vio cuán corta y sotilmente estaba vestido, no quiso entrar a ver la batalla de su ayudador y de su contrario.
La sensacion de ardor quemante no escluye una especie de escalofrío y de frio, que asciende hasta la garganta. La tos se reproduce por la palabra, por el frio, por el cosquilleo en la faringe; es corta, conmovente, seca, con sensacion de escoriacion en el pecho. Esta cavidad es el sitio de una opresion nerviosa, como por aniquilamiento de las fuerzas.
Lo que te probará, por otra parte, hijo mío, que la semilla buena no puede dar nunca malos frutos, y que a la corta o a la larga, y después de haber sembrado así, lo bueno siempre triunfa y sale a flote por encima de todo. Con esto no te canso más por ahora, y vamos a dejar, si te paez, todos estos cachivaches como estaban.
Procedían generalmente de los telares de Toledo, ciudad en que había gremio de boneteros, muy acreditado; pero usaban también los marinos unos capuces característicos, excelentes para defensa de la lluvia, que consistían en una especie de esclavina corta con capucha, y abrigaban cabeza, cuello y hombros.
Hoy no ha venido usted por el tributo. Le ofreció su estuche inagotable lleno de cigarros habanos. Eran las tres. El doctor había dormido su corta siesta habitual, y encontrándose solo, deseaba charlar con Isidro.
Los ojos blancos son preferibles en el gallo á los castaños, y son buscados los de cresta corta.
No se podía hacer otra cosa, ignorándose, como se ignoraba, su rumbo y su paradero en una tarde tan corta, tan amenazante y con el temor de una noche como la que se barruntaba.
Rasgaba la «sirena» de minuto en minuto con un aullido lúgubre esta noche blanca sobrevenida en plena tarde. A corta distancia de las bordas cerraba la bruma toda visualidad. Los que miraban abajo sólo veían unos cuantos palmos de superficie acuática. Más allá, el humo turbio y denso lo devoraba todo.
Sí, te quiero repetía Pepita. Por mí no temas, no seas niño, nunca me dirás adiós. Bebé, ¡dulce bebé! exclamaba con entusiasmo el ingeniero. ¡Cuánto te amo! ¡Qué feliz soy!... Y el aña Nicanora, que los seguía á corta distancia, oyendo muchas de sus palabras, sonrió con cierta lástima.
Palabra del Dia
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