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Actualizado: 4 de mayo de 2025
Fuenteovejuna, Azuaga, Belmez, Espiel, Cuzna, Trassierra, son todos lugares interesantísimos para la historia de la edad media cordobesa, situados á la parte meridional de Sierra-Morena.
En todas estas damas subsiste aún la esencia de la mujer cordobesa; pero sería menester ahondar y penetrar demasiado para descubrir esa esencia al través de tantos aditamentos extraños y de tantas exterioridades postizas.
La juventud cordobesa empezó desde entonces a encaminar sus ideas por nuevas vías, y no tardó mucho en sentirse los efectos, de lo que trataremos en otra parte, porque por ahora sólo caracterizo el espíritu maduro, tradicional, que era el que predominaba.
Estaba persuadido de que si la cordobesa que yo pintase no era un tipo sui generis, era porque yo no sabía pintar lo que estaba viendo de un modo claro. Me decidí, pues, desde entonces a hacer esta pintura, confesando con ingenuidad que, si no sale original y nueva, la culpa será mía y no del modelo. Una cosa me turba aún y dificulta mi propósito.
Citando al historiador Ibn Marzúk, predicador de gran fama, añade que la copia del Koran llamada Othmaní en Africa y Andalucía, es una de las cuatro copias que el Califa Othman envió á la Meka, á Bassorah, á Kuffah y á Damasco, y que se conservó en la referida mezquita cordobesa hasta un sábado 11 del mes de Xawal del año 556 de la Egira, en que fué robada segun era fama por orden de Abdulmumen Ibn Alí, que se la llevó á Africa, acompañándole en todas sus espediciones militares.
Así es que cualquiera cordobesa, si no es manca y tiene mediano caletre, podrá jactarse en el día, como ha más de tres siglos se jactaba la Lozana, si es que la modestia lo permite, de que sobrepuja a Platina De voluptatibus y a Apicio Romano De re coquinaria.
Ya cerca de él, pasó rápidamente por delante de mí un caballo sin jinete, arrogante, vanaglorioso, con la crin al aire, sano y sin heridas, algo azorado y aturdido. Era un animal de pura casta cordobesa, lo mismo que el mío. Le seguí, y apoderándome de sus bridas, cuando volvía, me monté en él; después de ser por un rato soldado de a pie, tornaba a ser jinete.
No has sido tú en esta época la única cordobesa a quien hizo el amor profetisa. Otra hubo antes que tú, que compitió en esto contigo.
Tal vez para cohonestar esta falta me presentaba yo un sinnúmero de dificultades y objeciones, por cuyo medio trataba de condenar el pensamiento del editor, a fin de justificar mi tardanza en contribuir a su realización con mi trabajo. ¿Qué diferencia esencial, ni siquiera qué diferencia accidental notable, puede haber o hay pongo por caso, entre la cordobesa, la jaenense o la sevillana?
Los cívicos de Córdoba pertenecen desde entonces a la ciudad, al orden civil, a la civilización. La juventud cordobesa se ha distinguido en la actual guerra por la abnegación y constancia que ha desplegado, siendo infinito el número de los que han sucumbido en los campos de batalla, en las matanzas de la mazorca, y mayor aún el de los que sufren los males de la expatriación.
Palabra del Dia
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