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Actualizado: 4 de junio de 2025
Así acaso podrías tú más tarde, con habilidad y prudencia, convertir a la religión cristiana a los que fuesen súbditos tuyos y crear el reino del Preste Juan, que tal vez no existió nunca sino en la fantasía de los europeos, o renovarle con mayor esplendor y gloria, dado que existiese en el centro del Asia antes de que Temugin le destruyera, como sienten algunos autores.
La casamentera ha sabido convertir a todo el círculo en casamentero.
No estaba la Regenta acostumbrada a convertir sus arrebatos religiosos en oraciones mentales, según los prudentes consejos del Magistral; su educación pagana, dislocada, confusa, daba extrañas formas a la piedad sincera, asomaba con todos sus resabios de incoherencia y ligereza después de tantos años.
»Yo tengo mi teoría, con que me consuelo de mi mala ventura y saco a salvo mi orgullo. Pero ¿cómo convertir a mi mujer y hacerla creyente de mi teoría? ¿No le parecerá falsa? »Mi teoría es como sigue. Yo creo que el entendimiento es uno, y me figuro un instrumento para medirle semejante al termómetro.
Contar los piropos que le echó Pez sería convertir este libro en un largo madrigal.
Aun cuando existan noticias aisladas de que en los siglos siguientes continuó la perjudicial costumbre de convertir las iglesias en teatros, como sucedió en el año de 1452 en la de Santa Clara de Nápoles, en la cual se dió una suntuosa representación de esta especie al rey Alfonso I, fué más frecuente desde el siglo XIII destinar á este objeto locales distintos de los templos, y celebrar los misterios en las plazas públicas ó en otro lugar á propósito.
Rafaela le encontraba muy fino, y lo que es el señor de Figueredo aún ponderaba más su finura. Con lo único que Rafaela no podía transigir era con el fanatismo anti-europeo y sobre todo anti-español de sus doctrinas históricas. Rafaela se empeñó, pues, en convertir a Pedro Lobo, haciendo de él una persona razonable.
El internet me ha permitido llegar a millones de personas y ayudarles a encontrar lo que querían, y eso estoy contento de hacerlo. Me voy a convertir en una 'celebridad', o al menos seré un nombre conocido en ciertos grupos. Acabo de descubrir que uno de mis proyectos está brevemente mencionado en la edición de Asia y la edición internacional del Time Magazine.
En los tiempos de trabajo rudimentario, de industria doméstica, aún podía soñar con hacerse patrono; podía con sus ahorros adquirir los útiles necesarios y convertir su casa en un pequeño taller.
Y, aunque varíen los nombres, es indudable que las cosas no variarán. Es decir, que el lector del año 50 no tendrá que hacer, a lo sumo, nada más que la simple sustitución mental de unos apellidos por otros para convertir este pequeño trozo de historia en una página de actualidad palpitante. El otro día, al salir del Congreso, me fui a cenar con un amigo diputado.
Palabra del Dia
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