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Actualizado: 4 de mayo de 2025


No por mil francos, no por un millon de francos, consentirian los ingleses que pasara á manos de extranjeros un baston de cualquiera de sus personajes históricos. Si yo no codiciara en este mundo otra cosa que un talego de oro, me consideraria feliz poseyendo un baston de Cromwel, de Milton, Shakspeare, de cualquier Richelieu inglés, ora político ó literario.

Opuso resistencia, aunque débil; manifestó algunas dudas acerca de si les consentirían la entrada; habló vagamente de pulmonías, fiebres catarrales, etc. La generala no le escuchaba; le parecía su proyecto tan original, que por nada dejaría de ponerlo en obra; era de lo más romancesco que nunca se le hubiera ocurrido. Miguel aceptó al fin, aunque de mala gana.

»No obstante, no tenía por qué avergonzarse de su elección, porque Guillermo es un muchacho honrado, pero ella creía que sus padres no consentirían en que se casara con él, porque Guillermo era pobre.

He aquí, pues, lo que quiero pedir a usted: ¿Cree usted que su hermano y su amable señora consentirían en recoger y querer a mi huerfanita, en aconsejarla y guiarla en la elección de un marido y en reemplazar, en fin, a los padres que ha perdido? Respóndame usted con toda franqueza, amigo mío. A pesar de la emoción que me oprimía la garganta, respondí sin vacilar que aceptaría esa misión.

Tales excitaciones fueron despreciadas; ¿por ventura, aquellos celosos administradores consentirían que se lesionasen los intereses «materiales» de la ciudad, descontando algunos metros de los que constituían el total del solar; equivalente á unos centenares de pesetas? ¡En cuanto á los intereses morales ... medrados estamos! ¿Quién para mientes en ellos, en esta época de tanto progreso y de tanta cultura?

Ni mis cortas luces ni la brevedad que debe tener este artículo consentirían, pongamos por caso, que yo impugnara aquí las doctrinas de Schopenhauer en el libro ya publicado y cuyo título es Sobre la voluntad en la naturaleza. ¿Pero no me sería lícito recelar, no sólo la falsedad de la doctrina, sino lo huero o vacío que en ella puede notarse, fundándose en puro juego de palabras y en llamar las cosas o sus cualidades con nombres que no han tenido jamás, en castellano al menos? ¿Qué diantre de voluntad es esa que se ignora a misma y que ignora lo que quiere y que produce, sin embargo, el universo y las leyes matemáticas, físicas y morales que, sin duda, le gobiernan? ¿Cómo de esa voluntad sin conciencia nace la conciencia? ¿Cómo nace la inteligencia de lo que no entiende? ¿Por muchas vueltas que se a un objeto, brotará en él algo que no esté en germen en él y que no traiga además de fuera de él la sustancia y la fuerza y la ley que para el desenvolvimiento del germen se requieren?

Ya me figuré yo que no consentirían; y en verdad, amigo, que el proyecto que acaba de fracasar era atrevidillo. ¿Y cómo ha venido aquí esa Clarita? Yo no : cosas de Elías. Hombre, hábleme usted de ese Elías. El día en que le conocí por primera vez me parecía lo más raro del mundo. Ya había yo oído hablar de Coletilla.

Palabra del Dia

primorosos

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