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Actualizado: 8 de junio de 2025
Y aquí no puedo menos de detenerme a condenar la ridícula manía de los que dan en acusar de materialista a nuestro siglo. ¿Qué siglo hubo nunca más espiritualista que el nuestro? La música es el arte más espiritual de todos y florece ahora con florecimiento extraordinario.
Defendióse con mucha sal Micromegas; se declaráron las mugeres en su favor, puesto que al cabo de doscientos y veinte años que habia durado el pleyto, hizo el muftí condenar el libro por calificadores que ni le habian leido, ni sabian leer, y fue desterrado de la corte el autor por tiempo de ochocientos años. No le afligió mucho el salir de una corte llena de enredos y chismes.
Tal vez para cohonestar esta falta me presentaba yo un sinnúmero de dificultades y objeciones, por cuyo medio trataba de condenar el pensamiento del editor, a fin de justificar mi tardanza en contribuir a su realización con mi trabajo. ¿Qué diferencia esencial, ni siquiera qué diferencia accidental notable, puede haber o hay pongo por caso, entre la cordobesa, la jaenense o la sevillana?
Muchas veces se va mas allá del objeto, y el enfermo que se hubiera curado con una dósis pequeña, continúa lo mismo por el efecto de las cantidades exageradas. Este es uno de los motivos que indujeron al profesor Magendie á condenar todas las medicaciones.
I como el número de los culpados era grandisimo i por tanto imposible para el castigo; porque cómo se iba á condenar á muerte á la mayor parte de los habitadores de una ciudad, sin llevar tras sí su despoblacion i otros males?... determinaron los inquisidores con harto dolor de su mucha codicia reducir las penas á multas pecuniarias i no á confiscacion total de bienes.
Don Diego á los alcaldes prende luego, Con otros que condenar su designo, Y viendo alborotado andar el juego, Los Salazares salen de camino. La nueva al Perú vuela como fuego, Y el D. Diego con grande desatino Mató á los Salazares, procurando Quedarse para siempre gobernando.
Siempre igual, aun la desgracia tornó antipática, muriendo abandonado y pobre. »Hay que condenar á la personalidad, á la vez desordenada y atractiva, sagaz é inconsiderada, de ingenio agradable y de carácter ligero, rica de actividad, de imaginación, de vanidad, de pasión, de intriga; hay, no obstante, algo que conmueve en ciertos de sus sentimientos y en la magnitud de sus desdichas.»
Maldito sea quien trae por acá semejantes demoniuras. ¡Y la bribona de la Píntiga, mire usted! ¡Nunca me gustó su cara de intiricia!... Le dieron cuartos, mujer, le dieron cuartos: sí que tú piensas.... A mí... ¡más y que me diesen mil pesos duros en oro! Y soy una pobre, repobre, que sólo para tener bien vestiditos a mis pequeños me venían... ¡juy! ¡Condenar el alma por mil pesos!
Nosotros tenemos también que sacudir algo á modo de yugo, que no me atrevo á condenar ni por de bárbaros ni por hediondo; pero que sí calificaré de pesado y de vergonzoso, y que nos convertirá en Nación-Job, si hemos de seguir sufriéndole.
Porque es absurdo é irracional, suponiendo que gente de casta española mató á un millón de indios para apoderarse de Cuba, simpatizar con los herederos y con los que se aprovechan aún de la matanza y del robo, y condenar por ese robo y por esa matanza á los españoles de por acá, que desde el descubrimiento y la conquista de América hasta hoy no han hecho más que predicar y legislar en favor de los indios.
Palabra del Dia
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