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Actualizado: 3 de mayo de 2025


Zelayeta dijo que quizá fuera mejor dejar la expedición para otro día, porque el cielo estaba obscuro y la mar algo picada; pero Recalde afirmó que aclararía. Ya decididos, compramos queso, pan y una botella de vino en el Guezurrechape del muelle; bajamos al rincón de Cay erdi donde guardaba sus lanchas Shacu; desatamos el Cachalote y nos lanzamos al mar.

El verdadero médico, es Dios en el cielo y el amor en la tierra. Las consultas, los medicamentos y todo lo que compramos con dinero, no aumentan la suma de nuestros días. Ya verá usted lo que hemos imaginado para que viva. Todas las mañanas, mi hijo, mi nieto y yo, rogamos a Dios que tome algo de nuestras vidas para añadir a la de Germana.

Las otras que son de mayor costo y gastos, en él intermedio que se proporcionan sus cargamentos, pueden ocuparse en conducir sal del Puerto de San José, ó Rio Negro á la capital de Buenos Aires y Montevideo; y por unas mismas operaciones, como accesorio, logra de este útil abasto la Provincia; su abundancia franquea comodidad para salar y beneficiar las carnes que se pierden en sus inmensas campañas, introduciendo este nuevo comercio en España, Africa ú otros parages de Europa: pues solo con el mucho consumo de nuestras armadas y presidios tendrán despacho, y se consigue evitar las extracciones de dinero que nos atrae la que compramos en el norte, quedando á beneficio del reyno.

Para facilitar y poner en obra este deseo, acertaron a pasar por allí unos cautivos, que también lo debían de ser falsos como nosotros agora; les compramos este lienzo y nos informamos de algunas cosas de las de Argel, que nos pareció ser bastantes y necesarias para acreditar nuestro embeleco; vendimos nuestros libros y nuestras alhajas a menosprecio, y, cargados con esta mercadería, hemos llegado hasta aquí; pensamos pasar adelante, si es que el señor alcalde no manda otra cosa.

Al pasar por el Mercado Nuevo, nos apeamos, recorrimos una de sus espaciosas galerías, vimos camarones, compramos por valor de un franco de esta fruta marítima, tornamos al coche, y en el momento de montar, levantamos los ojos, y vimos á una jóven como de diez y ocho á veinte años, que, sentada en el balcon de un piso segundo, se entretenia en dar muchos besos al pico de un loro.

En el pasaje de los Panoramas compramos un frasco de vinagre de olor, un pomo de aceite y algunas pastillas. Yo creí equivocadamente que el frasco valia dos francos y medio, y pagué á razon de esta suma. La pastilla valia seis sueldos, de modo, que fué moral regalando una pastilla que me costaba dos veces más de lo que valia.

Compramos una finca, y al año la subida de los productos triplica su valor; adquirimos un erial, y resulta que el subsuelo es un inmenso almacén de carbón, de hierro, de plomo... ¿Qué quiere decir esto, Marqués?

«Mira que te estrello... Verás la azotaina que te vas a llevar... ¡Y qué gordo está el tunante!, parece mentira...». Quelo un batón... ¡hostia! ¿Un bastón?... también te lo compramos, hijo, si te estás calladito... A ver, dónde encontraremos bastones ahora... Buena falta le hace dijo Guillermina, y de los de acebuche, que escuecen bien, para enseñarle a no ser mañoso.

Palabra del Dia

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